jueves, 31 de enero de 2008

Capitulo 4 –La princesa de Germania-

El diario del viajero -Bah Shing Ze, 6 de septiembre del 923 P.G. –

-“Imposible”- Fue la primera palabra de Li al conocer la verdad sobre la que, desde ese momento, seria su nueva compañera en la búsqueda del antiguo libro.
La cara de asombro de Li era idéntica a la de Sanada, dos días atrás, al sacar a Erstin del mar. E idéntica también a la de todos los monjes, aprendices y sabios del templo de Meistos.
-“Sorprendente, sin lugar a dudas, pero es la verdad, joven Shin.”-Respondió el Gran Maestro. -“No hay dudas que esta joven es miembro de la raza de los Altos Humanos”-.
¡Un alto humano! Eso explicaba su belleza, su porte y su presencia tan especial.
-“Creí que se habían extinguido en la guerra de las mil lunas, parece increíble ver a uno”- comento escéptico Sanada.
-“Lamento haberles ocultado mi procedencia, pero recibí ordenes de mantener el mas alto nivel de discreción posible”- replico Erstin ruborizándose, avergonzada por ser el blanco de las miradas de una multitud entera.
-“No se preocupe por eso señorita Ho, ni una sola palabra saldrá de la boca de ningún humano en este templo. Bien, eso aclarado, El joven Yukimura me ah informado de los sucesos mientras dormían . . .” el Gran Maestro era conocido por ser un hombre sincero y directo, aun cuando no a todos les gustara oír la verdad, y este era uno de esos casos. Los tres ángeles bajaron su mirada, avergonzados por el fracaso de su misión.
“Mas no es demasiado tarde aún. Si lo que Yukimura me ha dicho es cierto, los fugitivos no pueden haber cruzado aun el territorio Shuanés, por lo que perseguirlos aún es posible. Y ya que la inusualmente poderosa, y misteriosamente oportuna -se notaba el tono sarcástico en la voz del maestro- tormenta, no os permite ir por barco, deberán averiguar hacia donde se dirigen, y perseguirlos por tierra hasta su puerto destino, aunque me temo que eso tampoco será sencillo, dadas las condiciones actuales."
"Muy bien, Shenay! Acercate mi niña."-al decir esas palabras, una mujer de un poco menos de 30 años se acerco al grupo, mirando a todos algo preocupada, sobre todo a Li. Tenia su cabello atado en la parte de atras con una cola de caballo, y el resto de su cabeza, rasurada, como el resto de los monjes. Vestia una tunica similar a la de Li, y tenia un par de abanicos de hierro, que usaba como sus armas. Esta, era la Si Fu de Li, la que lo había guiado y le enseño todo lo que el joven monje sabía.
"Acompañaras a tu pupilo a partir de ahora, y esta será misión: deberás protegerlo y guiarlo en todo momento, ya que necesitaran tu ayuda ahora más que nunca. Probablemente esos dos también planearon esto . . .”-
Los tres se miraron con incertidumbre, ya que no entendían de qué hablaba el Gran Maestro. Era en verdad un hombre misterioso. Mas Li estaba feliz de que su antigua maestra se volviera una nueva compañera en su viaje, y después de su último enfrentamiento con Horen y Arial, comprendió que realmente necesitarían toda la ayuda posible.
Ya que el tiempo apremiaba, decidieron ir de inmediato nuevamente al puerto, en búsqueda de algo que no les haya sido posible ver en la oscuridad de la noche, o en la esperanza de que Horen y Arial hayan dejado atrás algo que delate su curso.
Al salir del templo, escucharon un gran tumulto, y vieron lo que parecía un desfile real. Entonces comprendieron a lo que se refería el Gran Maestro. Por causa de la visita de una princesa Germana, la ciudad sellaría sus murallas durante la estadía de la joven miembro de la familia real, imposibilitando la entrada de gente a Bah Shing Ze, y peor aun para ellos cuatro, la salida . . .

-1 hora antes-

En las afueras de los imponentes muros de la capital del Reino de shuan, se hallaban dos figuras, fatigados por lo largo de su viaje y lo adverso del clima, pero mas aun por que veían como sus esperanzas de entrar en Bah Shing Ze se desvanecían al tiempo que uno de los guardias de las puertas les prohibía el acceso, bajo la excusa de que la ciudad estaba sellada por la visita de una princesa germana.
Desanimados, cansados y hambrientos, emprendían el retorno a sus hogares, cuando se cruzaron con el motivo de sus disgustos.
Una larga comitiva germana, de al menos unas 100 personas entre la escolta real, sirvientes, mercaderes, algunos nobles y adinerados hombres de Germania, y otras figuras de escaso interés para nuestra historia se cruzaron en el camino de los dos viajeros. Este hecho no paso desapercibido a los ojos de la joven Mirielle Astrain Vilfas de Gerlón, princesa de Germania, y heredera del trono de Windam. La jovencita vio como las dos figuras se alejaban de la ciudad arrastrando sus pies, y de tan buen corazón como era (o eso es lo que ella solía decirle a todo con quien se cruzara), los llamo, y les solicitó que se unieran a su comitiva, prometiéndoles que así lograrían entrar a la ciudad sin problemas, no sin antes tener que convencer a sus dos escoltas principales, quienes se negaban a permitirle a dos extraños acercarse a su protegida.
Encantados con este afortunado curso de eventos, ambos viajeros agradecieron profundamente, mostraron sus buenos modales, y se unieron a la comitiva de la joven princesa.
Al unirse a ellos hicieron sus presentaciones, ya que consideraron que dar su identidad era lo menos que podían hacer para agradecerle a quien había devuelto la esperanza a su largo viaje.-“Su alteza real, mi nombre es Zelkova, un ángel de Galuen, en la república de Anhror. La persona que me acompaña es . . .” -“Astaroshe Aslan”- lo interrumpió la otra joven.
“Ya que nos han dicho sus nombres, juzgo correcto decirles los nuestros. Yo soy Mirielle Astrain Vilfas de Gerlón, princesa de Germania, y heredera del trono de Windam, y estas dos personas son mi escolta personal. A mi derecha, la famosa ángel Phantas-Moon”-
“Y yo soy el Capitán Ludovic Borbón, hijo del gran General Franz Borchg Borbón, sirviente fiel de mi patria Germania!”- dijo con in gran ímpetu el hombre.
Phantas-moon se veía imponente, vestida con una túnica brillante blanca, con bordados dorados y un par de largos ribetes en forma de alas, un par de botas a tono con su túnica, una pollera azul, marcada con runas, y portando un báculo de su mismo tamaño terminado en forma de luna. Tenía hermosa cabellera rubia, a la altura de su cuello, atada con un prendedor en forma de media luna, ojos marrones, y un extraño par de orejas de zorro. Es la primera vez que había visto en persona a un miembro de la raza de los Werebeast, mas precisamente una Werefox. Era sin duda hermosa, pero a la vez, alguien con quien no se quiere hacer enemistades.
Por otro lado, Ludovic estaba vestido con la túnica de los ángeles del ejército germano, poseía varios accesorios de fina manufactura, que mostraban su condición de noble, un escudo brillante en su espalda junto a su espada labrada, probablemente una ofrenda de rendición de algún pueblo conquistado en el pasado. El aspecto mas notorio de este, era que tenia un ojo verde, el izquierdo, y el derecho era rojizo amorronado. Sabe Gea el motivo de tal diferenciación.
Mientras la procesión real se acercaba a Bah Shing Ze, los dos viajeros se preguntaban que les esperaría adentro de la ciudad impenetrable, aquella que había sido un fuerte inexpugnable durante los tiempos de la antigua gran guerra, orgullo de la humanidad, y de la que tanto habían oído hablar, pero tan poco sabían en realidad, fuera de mitos y leyendas. A la media hora de unirse a la procesión, el grupo llego a la puertas gigantes de piedra, las cuales, para el asombro de todos quienes nunca antes habían visitado la ciudad, (entre los que debería incluirme), se abrieron como por arte de magia, o mejor dicho, por arte de Zen-tierra.
Al entrar en la ciudad, los jóvenes quedaron maravillados por su belleza. Había edificios de varios pisos, todos tallados finamente en piedra, pero también había muchas plantas, jardines hermosamente decorados, estatuas imponentes y fuentes hermosas, producto de la más hábil ingeniería con la piedra. Se podía notar la conexión de la ciudad con la tierra, y con la naturaleza, todo esto era la gran Bah Shing Ze. Y no era poca cosa.
La comitiva entro en la calle principal de la ciudad, y comenzaron los festejos por doquier. De todos los balcones llovía serpentinas, se escuchaban trompetas y clarinetes, los bardos callejeros cantaban sus mejores canciones e historias, y los malabaristas y músicos de la princesa iban al frente, realizando peligrosas proezas, divertidos malabares, o asombrosas piruetas, al compás de lo que eran sin dudas, una fiesta andante como no se había visto en algún tiempo en Bah Shing Ze.
Este desfile esplendoroso continuo durante aproximadamente dos horas, mientras la comitiva cruzaba la inmensa ciudad, camino al palacio del Shogun, donde recibirían la bienvenida del gobernante de Shuan y su familia.
Sin embargo en el camino había mucho que recorrer, y Bah Shing Ze estaba llena de sorpresas. Sorpresas como la que se llevaron los dos viajeros al cruzar por las puertas del Templo de Meistos, ubicado prácticamente en el centro de la ciudad, al ver a cuatro jóvenes ángeles mirando el desfile, pero no con alegría como los demás, sino con decepción, y frustración. Mas extraño aun fue cuando las miradas de uno de ellos se cruzo con la de Zelkova, e inmediatamente ambos sintieron un profundo desagrado el uno por el otro, aun sin que ninguno de ellos supiera exactamente el por que de tal reacción.
La procesión continúo avanzando hasta finalmente llegar al palacio. Ludovic se despidió momentáneamente del recientemente formado grupo, aduciendo que tenia sus propios asuntos que atender, y que estaría de vuelta al anochecer.
El día había sido largo y cansador para Zelkova y Asta (como ella prefería que la llamaran), pero aun tenían mucho que hacer, por lo que, ya habiendo cumplido su objetivo de entrar en la ciudad decidieron no perder tiempo, se despidieron ellos también de la princesa y Phantas-moon, y fueron al templo de Meistos, a resolver los asuntos que los habían traído hasta el otro lado del mundo . . .

lunes, 28 de enero de 2008

Capitulo 3 -La primera derrota-

El diario del viajero -Bah Shing Ze, 4 de septiembre del 923 P.G. -

Por la mente de Li cruzaban miles de preguntas sin respuesta. ¿Quienes eran? ¿Por que querían el tomo? ¿Acaso trabajaban para alguien en particular, o eran simples ladrones? ¿ y si era así, quien se atrevería a robar algo de tanta importancia?
Li tendría que hacer un largo viaje para obtener esas respuestas, las cuales no iban a gustarle.

Tan súbito como el estallido de la tormenta, el combate dio comienzo, con Horen iniciando las hostilidades. De un solo salto bajo de la proa del barco hasta donde estaba Li, y comenzó a hostigarlo con repetidas sucesiones de golpes en distintos ángulos con tal velocidad y precisión, que Li apenas podía atinar a esquivarlos o desviarlos con sus mitones.
Sin perder tiempo, Arial realizó unos movimientos con su mano libre, y Erstin sufriria las consecuencias. La joven ángel podía sentir que su cuerpo se volvía más pesado a cada segundo, como si tuviera que soportar una carga de varios kilos, hasta el punto en que no podía ya moverse.
La situación no se veía nada favorable, hasta la oportuna intervención de Sanada, quien no estaba dispuesto a perder la recompensa que el Gran Maestro había prometido darle si cumplía su misión. Con la mirada fija en su objetivo, Sanada lanzo una de sus flechas encantadas con un poderoso torbellino de viento, la cual impacto directo en su objetivo, el brazo izquierdo de Arial, desestabilizando a la mujer y liberando a Erstin del ataque.
Ese fue el comienzo de la recuperación.
Distraído por el daño que había recibido su compañera, Horen ralentizo su movimiento unos pocos segundos, pero suficientes para que Li pudiera desviar su cimitarra izquierda, y asestarle un potente golpe en el rostro. Horen voló por los aires, y entonces recibió el segundo impacto, una patada descendente de Li que lo hizo estrellarse contra el suelo, dejándolo inmovilizado por el dolor, y seguramente por los huesos rotos.
Arial, recuperada del ataque de Sanada, lanzo un nuevo hechizo contra este, que literalmente lo hundió en el suelo bajo una potente fuerza gravitatoria, y aunque había derrotado a 1, ahora debía enfrentarse a dos oponentes, y era para ella para quien la situación ahora se veía poco favorable. Sabiendo que no podría hacerle frente a los dos a la vez, Arial escapo hacia la cubierta inferior. Erstin y Li se miraron mutuamente, y no dudaron en abordar el barco y lanzarse en su persecución.
Pero sus cálculos fallaron por que pensaron que habían logrado acorralar a su oponente, y bajaron su guardia. En cuanto entraron en la cubierta, ambos fueron tumbados por un tercer atacante desconocido, y hasta aquí llega el relato que ellos han contado.
Luchando con todas sus fuerzas, contra el piso que lo aprisionaba, y contra las heridas recibidas, Sanada se lanzo al agua al ver como sus compañeros eran arrojados inconcientes al mar, mientras el barco zarpaba, yéndose fuera de su alcance.
Cuando volvió del agua con sus compañeros a cuestas, Horen había desaparecido.
Luego de eso, haciendo acopio de sus últimas energías, llevo a los 2 jóvenes inconcientes hasta el templo, con la vergüenza de la derrota a cuestas, su orgullo como ángel herido, y la esperanza de que su venganza contra aquellos dos no estuviera lejana.
Pero para eso, tendría que esperar algún tiempo.

miércoles, 23 de enero de 2008

Capitulo 2- El muelle y la tormenta-

El diario del viajero -Bah Shing Ze, 4 de septiembre del 923 P.G. -

-“Los humanos están agitados. El templo de Meistos parece haber sido atacado, y puedo sentir la intervención de una energía maligna. Averigua que ah sucedido allí, y de ser necesario, tienes autorización para involucrarte. Nuestro oráculo no ha podido ver aun el futuro, pero no hay dudas de que si no intervenimos ahora, podría ser demasiado tarde . . .”- Decía la voz de un hombre anciano.
Mientras la misteriosa mujer recorría la ciudad amurallada, los dos jóvenes se separaron para visitar las puertas del templo y la ciudad, diferentes tabernas, posadas y alojamientos, en búsqueda de alguien que pudiera aportar alguna información sobre los que se habían infiltrado al templo el día anterior.
Si fue una simple casualidad, un capricho de los dioses, o un avatar del destino, la verdad es que Sanada nunca lo supo. De alguna manera, esos dos estaban atados por el hilo rojo del destino, el cual los guió a ese encuentro. Hermosa como un diamante, y delicada como una rosa, la muchacha se presento ante Sanada con una cortes reverencia, una de esas que los miembros de la nobleza usan para saludarse entre si. De aproximadamente 1.69m, cabellos dorados, y unos grandes y redondos ojos verdes, Sanada definitivamente no recordaba haberse involucrado con una dama como ella jamás.
-“Erstin Ho, ese es mi nombre. Que hay de usted, noble angel?”- pregunto con un tono amable.
-“Yukimura Sanada, y si perdona mi impertinencia, me interesa mas saber que desea de mi, que quien es”- Los años le habían enseñado a Sanada a desconfiar de saludos viejos y amigos nuevos.
-“Oh claro, sepa disculparme”, respondió la joven. Fui contratada como investigadora sobre los acontecimientos que se han sucedido en el templo de Meistos el día anterior.”
Sanada la observo con detenimiento, vestía un robe de color rosado, blanco y azul, que resaltaba su atractiva figura. Solo a las aprendices de Otome se les permitía llevar un atuendo similar. Las Otomes eran conocidas por su estricto código moral y de honor por lo que Sanada decidió que podía confiar en ella, al menos, en parte.
Sanada le contó lo que sabia, o mejor dicho, lo que quería que aquella chica pensara que él sabía, y Erstin también le dijo lo que había logrado averiguar por su cuenta. Antes de que cualquiera de los dos lo notara, el sol se había puesto, y estaba oscureciendo, por lo que era tiempo de reunirse con Li, y pensar en su siguiente paso.
El joven monje se sorprendió profundamente al escuchar la historia de Sanada, y aunque no estaba muy de acuerdo con la idea, reconoció que la ayuda extra podría ser necesaria, y luego de obtener la autorización del Gran Maestro, los tres partieron al único lugar que no habían revisado aun, el puerto de Bah Shing Ze.
Ya en el puerto, debieron recorrer barias tabernas de marineros, y alguna que otra de piratas, para obtener alguna pista. Dos personas buscando un barco habían estado recientemente en el puerto, aunque nadie sabía que había sido de ellos desde entonces.
Uno a uno, revisaron barcos, algunos por las buenas, otros no tanto, hasta acortar el numero de posibilidades a solo tres. Durante toda la noche, el aire se había enrarecido, y todo culmino con el inicio de una tormenta, probablemente traída por el mismo rey del inframundo.
-“Disculpe buen hombre, estamos buscando a un par de ladrones, y creemos que pueden haberse infiltrado en su barco, ¿podría dejarnos echar un vistazo?”- De esa manera, Li pretendía entrar al barco, sin levantar las sospechas de los marineros, y teniendo en cuenta los resultados del pasado, mal no le había ido. Pero este era diferente. Erstin lo supo al instante. Quizás fue la manera de dudar del marinero al responder, o quizás fue la cimitarra que corto el aire justo a la altura donde estaba su cabeza, unos cuantos segundos antes, claro está.
Un segundo después, dos figuras encapuchadas se mostraron delante de los tres jóvenes, una poseía dos cimitarras, y la otra, una lanza de doble filo.
“Buenas noches, mis pequeños, ¿puedo preguntar a que vienen a este lugar?”- dijo una de las figuras, desenmascarándose. Se trataba de una mujer, de cabellos rojos, y ojos azules. Li y Sanada pensaron que era muy hermosa, tanto como Erstin, o aún más.
“Creo que saben muy bien el por que”- le respondió Sanada, con un tono irritado por la burla de aquella mujer.
“No tenemos tiempo para jugar con ellos Arial, debemos irnos de inmediato, el señor nos esta esperando”- intervino con una voz masculina la figura de las cimitarras.
“Si, tienes razón, vamonos” dijo Arial, aunque no parecía satisfecha con esa decisión.
“No irán a ningún lado! No antes que devuelvan el tomo de Meistos que han robado, por las buenas, o las malas. Ustedes deciden . . .”- dijo Li, quien ni con su arduo entrenamiento en el templo para mantener la paz mental, pudo evitar estallar de rabia.
“Que sea por las malas entonces, mis queridos niños. ¡Desplieguen las velas, y leven anclas! Oh, pero que malos modales tenemos Horen, no hemos tenido la oportunidad de presentarnos adecuadamente”- seguía Arial con su tono burlón. “Soy Arial Ironizth, y mi compañero es Horen Murshchen. Si tienen tantos deseos de recuperar el tomo del dragon oscuro, tendrán tiempo hasta que el barco zarpe para quitárnoslo, ¿podrán?”.
En unos cuantos segundos todo quedo claro, estos dos ángeles que habían robado el libro, planeaban huir en ese barco usando la tormenta como retirada.
Pero ese era un escape que Li, Sanada y Erstin no iban a hacerles nada fácil . . .

lunes, 21 de enero de 2008

Capitulo 1 -En la ciudad de las murallas-

Prologo
En todos mis años de recorrer el mundo en busca de aventuras, mitos, leyendas y folclores, nunca imagine que este día, seria el comienzo de la más grande de todas las historias jamás contadas. Esta es una historia sobre un grupo de jóvenes, destinados a la grandeza, y a formar parte de la que luego seria una nueva leyenda. Siento es mi deber como bardo e historiador, hacer saber a las nuevas generaciones lo acontecido aquí, pues es digno de que los sabios dragones lo mencionen, y los altos humanos compongan canciones sobre aquella cruzada. Una cruzada para salvar al mundo, o para hundirlo en las más oscuras tinieblas. Todo lo relatado aquí fue recopilado por mi mismo, de lo escuchado de cantineros, bardos, viajeros, monjes, bibliotecas, y también algunos de los propios protagonistas.

Sir Eliot Duncan De Weistfalen.


El diario del viajero -Bah Shing Ze, 4 de septiembre del 923 P.G. -

Era una mañana fría de invierno, el 4 de septiembre del año 923 P.G. para ser mas exactos. El sol se levantaba por sobre los gigantescos muros de la imponente Bah Shing Ze, la ciudad de las murallas. No era muy diferente a cualquiera de las otras mañanas en el templo principal de Meistos, el dragón de la oscuridad; o al menos esa fue la primera impresión de Li Sun Shin.
Li, era un joven monje en este templo, pero también era un ángel. De aproximadamente 1.74m, y unos 30 años, era uno de los monjes más talentosos y sabios del templo.
Acompañado de alguno de sus compañeros, Li comenzó su rutina matinal, después de saludar apropiadamente a su Si-Fu (maestra y mentora, según luego me enteraría) Shenay. Después del almuerzo, fue llamado con urgencia por el Gran Maestro de aquel templo. Durante toda la tarde Li se había percatado de algunos movimientos agitados entre los monjes de más alto rango, y a más de uno se lo veía pasar con un rostro preocupado, pero conociendo su lugar, y teniendo un gran respeto por sus superiores, no se atrevió a interrumpirlos con preguntas.
Al llegar al salón central del templo, lugar de descanso del Gran Maestro, al cual él rara vez había ingresado antes, pues el lugar era privativo de éste, se llevo una gran sorpresa al encontrarse dentro del lugar con un joven shuan, de aspecto algo tosco, y de una mirada fría y sin expresión, que no permitía leer su pensamiento.
Vestido con las túnicas características de los ángeles, un angel tear de color negro en su oreja izquierda, y armado con un arco de fina manufactura, y un carcaj en su espalda, Li no dudo un segundo en asumir que se trataba de un ángel, pero no uno como él, alguien que se ponía al servicio de los demás por el placer de ayudar al prójimo, este joven era sin dudas un mercenario.
¿Qué podía estar haciendo alguien así en el templo de Meistos, más aún, en el salón central, junto al Gran Maestro?

-“Bienvenido, joven Shin. Imagino que debe estar muy intrigado por esta llamada tan repentina, y mas aun por la presencia del joven a mi lado”- dijo el Gran Maestro. Ante la cara de asombro de Li, el joven Shuanés se presento como Yukimura Sanada, del clan del tigre del oeste. Con toda la cortesía de la que pudiera hacer gala, y tratando de ocultar su disgusto por la presencia de esa clase de hombre en un lugar sagrado, Li hizo una reverencia, y luego su presentación acorde.
-“Bien, ya hechas las introducciones, desearía que pasáramos a lo importante, si no les molesta. Lo he llamado joven Shin, ya que deseo encargarle una misión especial. Ayer por la noche, fue robado un objeto de gran valor, tanto histórico, como mágico. . . ayer por la noche, fue robado, el Tomo de Meistos”-
La cara pálida de Li demostraba la gravedad de lo ocurrido, a pesar de que Yukimura parecía no entenderlo de la misma forma.
-“Su misión, y la de este joven, será recobrarlo”-.
-“Comprendo, Gran Maestro, así se hará”-. Contesto Li, con un semblante lleno de confianza, pero a la vez preocupación.
-“Joven Shin, tu eres el elegido por Meistos en este mundo, su vocero y representante. Recuerda eso en todo momento, pues será tu guía en el largo viaje que te aguarda”- termino el Gran Maestro.
Li asintió con la cabeza, y luego de una breve charla con su nuevo compañero, partieron hacia el centro de la ciudad.

Mientras tanto, en otro punto de la ciudad, una joven recordaba el motivo de su visita a esta ciudad humana . . .