miércoles, 23 de enero de 2008

Capitulo 2- El muelle y la tormenta-

El diario del viajero -Bah Shing Ze, 4 de septiembre del 923 P.G. -

-“Los humanos están agitados. El templo de Meistos parece haber sido atacado, y puedo sentir la intervención de una energía maligna. Averigua que ah sucedido allí, y de ser necesario, tienes autorización para involucrarte. Nuestro oráculo no ha podido ver aun el futuro, pero no hay dudas de que si no intervenimos ahora, podría ser demasiado tarde . . .”- Decía la voz de un hombre anciano.
Mientras la misteriosa mujer recorría la ciudad amurallada, los dos jóvenes se separaron para visitar las puertas del templo y la ciudad, diferentes tabernas, posadas y alojamientos, en búsqueda de alguien que pudiera aportar alguna información sobre los que se habían infiltrado al templo el día anterior.
Si fue una simple casualidad, un capricho de los dioses, o un avatar del destino, la verdad es que Sanada nunca lo supo. De alguna manera, esos dos estaban atados por el hilo rojo del destino, el cual los guió a ese encuentro. Hermosa como un diamante, y delicada como una rosa, la muchacha se presento ante Sanada con una cortes reverencia, una de esas que los miembros de la nobleza usan para saludarse entre si. De aproximadamente 1.69m, cabellos dorados, y unos grandes y redondos ojos verdes, Sanada definitivamente no recordaba haberse involucrado con una dama como ella jamás.
-“Erstin Ho, ese es mi nombre. Que hay de usted, noble angel?”- pregunto con un tono amable.
-“Yukimura Sanada, y si perdona mi impertinencia, me interesa mas saber que desea de mi, que quien es”- Los años le habían enseñado a Sanada a desconfiar de saludos viejos y amigos nuevos.
-“Oh claro, sepa disculparme”, respondió la joven. Fui contratada como investigadora sobre los acontecimientos que se han sucedido en el templo de Meistos el día anterior.”
Sanada la observo con detenimiento, vestía un robe de color rosado, blanco y azul, que resaltaba su atractiva figura. Solo a las aprendices de Otome se les permitía llevar un atuendo similar. Las Otomes eran conocidas por su estricto código moral y de honor por lo que Sanada decidió que podía confiar en ella, al menos, en parte.
Sanada le contó lo que sabia, o mejor dicho, lo que quería que aquella chica pensara que él sabía, y Erstin también le dijo lo que había logrado averiguar por su cuenta. Antes de que cualquiera de los dos lo notara, el sol se había puesto, y estaba oscureciendo, por lo que era tiempo de reunirse con Li, y pensar en su siguiente paso.
El joven monje se sorprendió profundamente al escuchar la historia de Sanada, y aunque no estaba muy de acuerdo con la idea, reconoció que la ayuda extra podría ser necesaria, y luego de obtener la autorización del Gran Maestro, los tres partieron al único lugar que no habían revisado aun, el puerto de Bah Shing Ze.
Ya en el puerto, debieron recorrer barias tabernas de marineros, y alguna que otra de piratas, para obtener alguna pista. Dos personas buscando un barco habían estado recientemente en el puerto, aunque nadie sabía que había sido de ellos desde entonces.
Uno a uno, revisaron barcos, algunos por las buenas, otros no tanto, hasta acortar el numero de posibilidades a solo tres. Durante toda la noche, el aire se había enrarecido, y todo culmino con el inicio de una tormenta, probablemente traída por el mismo rey del inframundo.
-“Disculpe buen hombre, estamos buscando a un par de ladrones, y creemos que pueden haberse infiltrado en su barco, ¿podría dejarnos echar un vistazo?”- De esa manera, Li pretendía entrar al barco, sin levantar las sospechas de los marineros, y teniendo en cuenta los resultados del pasado, mal no le había ido. Pero este era diferente. Erstin lo supo al instante. Quizás fue la manera de dudar del marinero al responder, o quizás fue la cimitarra que corto el aire justo a la altura donde estaba su cabeza, unos cuantos segundos antes, claro está.
Un segundo después, dos figuras encapuchadas se mostraron delante de los tres jóvenes, una poseía dos cimitarras, y la otra, una lanza de doble filo.
“Buenas noches, mis pequeños, ¿puedo preguntar a que vienen a este lugar?”- dijo una de las figuras, desenmascarándose. Se trataba de una mujer, de cabellos rojos, y ojos azules. Li y Sanada pensaron que era muy hermosa, tanto como Erstin, o aún más.
“Creo que saben muy bien el por que”- le respondió Sanada, con un tono irritado por la burla de aquella mujer.
“No tenemos tiempo para jugar con ellos Arial, debemos irnos de inmediato, el señor nos esta esperando”- intervino con una voz masculina la figura de las cimitarras.
“Si, tienes razón, vamonos” dijo Arial, aunque no parecía satisfecha con esa decisión.
“No irán a ningún lado! No antes que devuelvan el tomo de Meistos que han robado, por las buenas, o las malas. Ustedes deciden . . .”- dijo Li, quien ni con su arduo entrenamiento en el templo para mantener la paz mental, pudo evitar estallar de rabia.
“Que sea por las malas entonces, mis queridos niños. ¡Desplieguen las velas, y leven anclas! Oh, pero que malos modales tenemos Horen, no hemos tenido la oportunidad de presentarnos adecuadamente”- seguía Arial con su tono burlón. “Soy Arial Ironizth, y mi compañero es Horen Murshchen. Si tienen tantos deseos de recuperar el tomo del dragon oscuro, tendrán tiempo hasta que el barco zarpe para quitárnoslo, ¿podrán?”.
En unos cuantos segundos todo quedo claro, estos dos ángeles que habían robado el libro, planeaban huir en ese barco usando la tormenta como retirada.
Pero ese era un escape que Li, Sanada y Erstin no iban a hacerles nada fácil . . .

1 comentario:

Fox.Style dijo...

ehh bolo, queda copado!
me copa como queda mi pj (l)
asdasdasd
bueno nada, creo que te puedo agregar a ffs o alguna de esas mierdas ô.o