El diario del viajero -Bah Shing Ze, 6 de septiembre del 923 P.G. -
Asta había perdido ya la paciencia. Zelkova había salido "a dar un paseo" hacia mas de 3 horas ya, y aun no mostraba señales de volver. Y eso a pesar que Asta le advirtió que no se demorara, ya que la cena en la posada era a las 10 en punto. En esos momentos, ella pensaba en cual seria el castigo mas apropiado para su joven protegido, mientras se vestía con sus túnicas de ángel, tomaba sus pertenencias, y se alistaba para salir. Pero el escándalo que se escuchaba en la calle interrumpió sus pensamientos, una chica gritando, sonidos de golpe de espadas, y . . . ¿era esa la voz de Zelkova? Los oídos de la muchacha rara vez la engañaban, por lo que de un salto se poso sobre su ventana, y vio lo que ocurría, ¡un hombre vestido de negro desenvainó un alfanje, y se proponía asesinar a la princesa germana! Pero no si la intrépida Astaroshe Aslan tenía algo que decir al respecto. Calculo el viento, y con la oscuridad de la noche como aliada, desenvaino sus katares, lista para saltar sobre aquel hombre misterioso, y acabar con el al instante. Pero entonces lo oyó, un silbido tan agudo y potente, que la hizo tambalearse en la ventana, perdió el equilibrio, y finalmente cayo al suelo, desafortunadamente para ella, con el rostro. Y así termino su ataque sorpresa.
Zelkova no podía creer a sus ojos. La sangre se esparció como una lluvia por toda la calle, manchando la ropa de la princesa, la del asesino, la suya propia, y también, la de Phantas-Moon. La protectora de la princesa yacía en el suelo, de rodillas, con un profundo corte a lo ancho de toda su espalda, y su tunica desgarrada. La joven Mirielle observaba la escena, horrorizada, tanto por el intento de homicidio, como por ver a su guardiana y mejor amiga, desangrándose. Zelkova también estaba atónito, ya que no había visto ni sentido la presencia de Phantas-Moon, pero a diferencia de la princesa, el era un guerrero, y estaba mucho mas acostumbrado a los combates y la sangre. En cuestión de segundos se interpuso entre el hombre de negro y la princesa, tomo posición de combate, y se preparo a defender a la muchacha, hasta la muerte. Pero una vez mas el hombre de negro estaba un paso por delante.
Antes que Zelkova lo notara, seis sujetos igualmente vestidos al asesino lo rodearon. ¿Que chances podía tener el en un siete contra uno? A los angeles poco les importan los números en las batallas, y aunque Zelkova no era la excepción, esta vez si parecían relevantes. El hombre que había asestado el primer golpe desenvaino otro alfanje, y el que estaba exactamente detrás de Zelkova hizo lo mismo.
-"Hay no . . . estilo de espadas gemelas, como lo detesto"- bufo Zelkova. De todos los combatientes, el de armas gemelas era el mas molesto, irritante, y desesperante que Zelkova había enfrentado, y ahora eran dos. Sin pronunciar una sola palabra los dos hombres se lanzaron contra Zelkova, mientras sus otros compañeros desenvainaban katanas, y se preparaban para darle el golpe de gracia a la princesa, Phantas-Moon, y a Asta.
Y así como el destino se había burlado de Zelkova durante todo el día, esta vez la caprichosa dama de los Seiren decidió sonreírle. Se escucho un silbido en el aire, pero diferente al que había usado el asesino. Al instante, uno de los hombres con alfanjes gemelos cayó al piso, muerto. Supongo que eso es natural. Cualquiera moriría si una flecha le atravesara el corazón de lado a lado.
Zelkova y los hombres que aun estaban con vida giraron sus cabezas, y ahí estaba, imponente y arrogante, arco en mano, Ludovic Borbón, Capitán de Germania. Uno de los hombres yacía muerto, y aunque ver a Ludovic aliviaba a Zelkova, el combate aun era seis contra dos, y creo que todos sabemos lo que eso significa.
Erstin y su grupo aun corrían a toda marcha, Erstin persiguiendo al insolente rufián humano, y Sanada, Li y Shenay persiguiendo a Erstin. Aunque la muchacha estaba muy molesta por lo ocurrido, comenzó a atar cabos rápidamente. La prisa de un soldado germano de alto rango, la visita de una importante miembro de la familia real de Windam, el silbido que sus compañeros no pudieron oír en medio de la noche, y los sonidos de combate que había comenzado a oír desde hacia medio minuto atrás, todo conducía a una sola respuesta. Había un combate adelante, y probablemente, la princesa estaba envuelta en el. Este no era particularmente un asunto de Erstin, pero ella era una otome, o al menos lo seria en el futuro, y no podía permitir el asesinato de una jovencita, sobre todo el de una que creara un conflicto bélico entre Germania y Shuan.
Todos sus compañeros eran rápidos, y aunque Shenay y Li eran dos monjes, Erstin era por mucho mas rápida que ellos, y no tarde mas de medio minuto en llegar a la escena.
Ludovic comprendió al instante que su ataque sorpresa había tenido éxito, pero también que no podría hacerle frente a tres oponentes armados con katanas, defendiéndose con un arco. Con dos movimientos de sus muñecas tiro el arco al suelo, tomo su escudo y desenvaino su espada. El, que había luchado mil batallas y salido victorioso de ellas, que había enfrentado humanos, bestias e incluso demonios, y los había enviado de vuelta al infierno, el que se erguía orgulloso como la espada de su emperador, ahora veía como lo habían acorralado como a un animal, y entonces abandonó toda esperanza de sobrevivir. Pero la princesa dependía de el, y aun si Zelkova y el debían caer, si la muchacha lograba sobrevivir, Ludovic podía morir satisfecho. Rendirse no era una opción.
Pero así como el sol en el horizonte espanta la oscuridad y trae nuevas esperanzas, el curso de la batalla estaba a punto de cambiar otra vez, con la llegada de nuevos amigos.
Los tres hombres con katana se lanzaron contra Ludovic, atacándolo por sus flancos, y el frente. Al instante, de uno de ellos broto sangre como un manantial, y el hombre retrocedió espantado. Detrás de el, apareció Asta, con su katar bañado en sangre. Los ataques por sorpresa parecían su especialidad. Y Phantas-Moon, herida y todo como estaba, se levanto, encendió su aura, tomo su báculo y los asesinos retrocedieron. Ninguno de ellos estaba lo suficientemente loco como para atacar a la Luna Plateada del Este, aunque ésta estuviera herida.
El grupo de Li había alcanzado a Erstin, y ahora contemplaban la batalla. La princesa estaba en el medio, pero no sabían quien peleaba contra quien. ¿Quien defendía a la muchacha? Li pudo reconocer al menos a los angeles en ese combate. El artemarcialista era el mismo que había visto esa tarde, y por quien había sentido repulsión. No lo complacía ayudar a ese sujeto en lo absoluto. A su derecha estaba la otra mujer que había visto con la princesa, quien a pesar de estar cubierta de sangre, rivalizaba en belleza con Erstin. Los otros dos eran fácilmente reconocibles: uno era el hombre que había empujado a Erstin al suelo, y la otra era Phantas-moon. Aun en estas lejanas tierras, Li había oído hablar de la princesa de los werefox, la gran Luna Plateada del Este.
No había tiempo para pensarlo mucho, por lo que Li se lanzo a la carga, y rogó por que Meistos guiara sus puños en la dirección correcta. Y tan rápido como decir "contraataque", Erstin, Sanada y Shenay rodearon a los atacantes, quienes ahora se veían en inferioridad numérica.
De pronto una sombra oscureció todo el lugar, y la luna desapareció en la noche. Un escalofrío recorrió el cuerpo de cada uno de ellos, y supieron que el mal se acercaba. Un hombre con vestimentas de color negro, rojo y violeta hacia su aparición de entre las sombras, flotando sobre todos ellos.
Sin dudar, Phantas-Moon levanto vuelo, y se dirigió de frente contra el nuevo enemigo . . .
viernes, 22 de febrero de 2008
jueves, 21 de febrero de 2008
Capitulo 5 -Múltiples Persecuciones-
El diario del viajero -Bah Shing Ze, 6 de septiembre del 923 P.G. –
Sin perder ningún tiempo, Li y sus compañeros decidieron continuar con su plan original, ir al muelle, y luego buscarían la manera de salir de la ciudad. Las murallas selladas parecían infranqueables, pero como siempre, nada desanimaba al joven Li, y Sanada parecía más que contento con el desafío de romper la defensa perfecta. Se alejaron por el camino del sur, diferente al que habían usado la última vez, en dirección a los puertos. Este camino llevaba a los puertos a través de la zona de mercenarios, y no usando el camino de los comerciantes, de modo que estaban rodeados de murallas, torres de defensa, miradas poco amigables y guardias por doquier. El viaje les tomo alrededor de dos horas, ya que los puertos estaban lejos del centro de la ciudad, y ellos iban lentamente, siendo cuidadosos de no llamar la atención, tarea nada fácil teniendo a alguien tan llamativo como Erstin de acompañante.
Ludovic no estaba interesado en participar de la reunión entre la joven princesa y el shogun, el consideraba estas reuniones de cortesía como una hipocresía intolerable, y aun si hubiera querido ir, era poco probable que lo dejasen entrar. De toda la comitiva que había salido de Germania, solo a los nobles de más alto rango se les había permitido la entrada, y de los guardianes de la princesa, Phantas-moon era la única que había accedido al salón central, probablemente gracias a la sangre azul que corría por sus venas.
Sin demasiado que hacer hasta que la reunión terminara, Ludovic decidió recorrer el palacio, y matar el tiempo del único modo que podía, dando vueltas, y revisando que nada estuviera fuera de lugar. Y como solía ocurrir cuando el revisaba, algo estaba fuera de lugar. Le costo un poco, pero pudo divisar a una figura encapuchada, algo pequeña para ser un asesino o un saboteador pensó, pero muy escurridiza, un espía quizá. Con un par de movimientos rápidos Ludovic alcanzo al misterioso invasor, y logro cortarle la retirada, cuando se dirigía a las paredes externas del jardín lateral del palacio. -"La gente que visita el palacio, ya sea para entrar o salir, suele usar las puertas. A menos que no sean bienvenidos . . . como parece ser tu caso"- La figura retrocedió un par de metros, Ludovic apenas alcanzo a intentar atraparlo, pero solo logro quitarle la capucha, descubriendo su rostro. -"Hay por favor, tiene que ser una broma"-, fue lo único que atino a decir Ludovic cuando la princesa, vestida con ropas de plebeyos, y una capucha marrón que le cubría de pies a cabeza, hecho de pronto a correr sin decir mas. Para ser una princesa, era bastante rápida, y pronto puso distancia entre ella y Ludovic, saltando la muralla exterior del jardín izquierdo del palacio, en dirección a la plaza de mercados de la ciudad.
Luego de separarse de la comitiva de la princesa, Zelkova y Asta se dirigieron sin perder tiempo a las puertas del templo de Meistos, concientes de que cada minuto podía ser vital en su búsqueda de respuestas.
-Alto, ¿quien va?- pregunto uno de los guardias de la puerta principal, un hombre alto, de aproximadamente unos 40 años, y con una larga tunica negra, adornada con runas doradas. -Mi nombre es Zelkova, soy un ángel de Galuen, y vengo en busca de consejo del Gran Maestro, por asuntos de suma importancia. Esta es mi tutora y acompañante, Astaroshe Aslan.
El guardia miro al otro, y luego volvió a ver a Zelkova, con un rostro de desaprobación. -La entrada al templo esta prohibida para cualquier ajeno a este desde hace días, lo lamento, pero tendrán que volver por donde vinieron.
-¿Cerrada? ¿Podrá saberse es el motivo noble monje?- pregunto Asta, previendo la respuesta, ya que solo buscaba confirmar sus sospechas.
-Un objeto de gran valor histórico y espiritual fue robado hace días, y mas no diré, ya que no les concierne. Retírense ahora- Zelkova hizo un gesto de seguir la discusión, seguro de que podría convencer al hombre de dejarlos pasar, pero Asta lo detuvo, ya que la respuesta del monje, junto con su semblante serio y severo, no dio lugar a mas replicas, y continuar solo dificultaría mas la situación. Entonces, con el sabor amargo de haber estado tan cerca y a la vez tan lejos, se retiraron a la zona de posadas de la ciudad, en busca de un lugar donde esperar, hasta que la entrada al templo se re abriera. De cualquier manera la ciudad estaba sellada, y aun si quisieran, no podrían ir a ningún lugar.
Al llegar a la zona de los puertos, el grupo se separo en dos: Li, Sanada y Shenay se dirigieron a una taberna de marineros, en busca de alguna pista sobre el destino del barco usado por Horen y Arial para escapar, y Erstin fue a una taberna diferente, mucho mas "viva", por así decirlo, un refugio de piratas. Quiéranlo o no, hay que aceptarlo mis amigos, los piratas serán sucios, ladrones, cerdos y cosas peores, pero nadie como ellos sabe que ocurre o deja de ocurrir en los 7 mares. En eso estaba haciendo su apuesta Erstin, y mucha razón tendría diría yo, pero quizá olvido el pequeño detalle de que una otome como ella, podría no ser muy bienvenida en ese antro de criminales. O tal vez si, dependiendo de cuando haya sido la última vez que hallan estado con una mujer, si saben a que me refiero. Pero Erstin no era una niña indefensa, sino una ángel manipuladora del zen-aire, miembro de la orgullosa raza de los altos humanos procedentes de Tirling, y eso tenía que valer de algo.
Su recepción fue mejor de lo esperado: indiferencia.
Se acerco al tabernero, y pidió una copa de licor suave. El tabernero la sirvió, no sin antes mostrar una cara de asombro e incredulidad ante la desfachatez de su hermosa cliente. -" Disculpe mi pregunta jovencita, pero . . ."- el hombre no termino la frase que Erstin ya tenia su respuesta lista, -"Busco a dos angeles, huyeron en barco hace 3 días, y creí que podrían saber algo aquí".
"Veo angeles en barcos todo el tiempo mi señora, no sabría decirle nada a menos que me de mas detalles de ellos"- contesto, y aunque Erstin no vio mentira en sus ojos, no pudo evitar creer que en este lugar le escondían algo, sin embargo, no tuvo tiempo de averiguar mas.
-"¿Póker de ases? ¡Es la tercera vez! ¡Maldito tramposo, te matare!- el grito venia desde una mesa en la derecha, y la gresca no tardo en armarse. Los piratas, ebrios y buscando pelea como siempre, comenzaron a arrojarse todo cuanto pudiera ser arrojado que tuvieran a mano. Erstin misma tuvo que involucrarse, arrojando por los aires a unos cuatro o cinco ilusos que creyeron que podían divertirse con una "pequeña y linda damita", como ellos la llamaron. Nada molesta mas a un alto humano, que un miembro de la baja raza, como ellos nos llaman, le diga que es pequeño.
-"Espero que los demás tengan mejor suerte que yo"- pensó Erstin, mientras otro de aquellos ladronzuelos volaba por los aires.
En la otra taberna, la suerte parecía sonreírle a Li, ya que había logrado acercarse a la mesa de Sir Elric, un famoso y acaudalado marinero, dueño de una flota entera, viejo lobo de mar. De lo que Li pudo contarle, y lo que aquel hombre sabia por si mismo, el barco era de bandera Anrhorí, y no había muchos lugares donde un barco Anrhorí de refugiados pudiera atrancar, mas que la tierra de los libres misma.
Al salir de la taberna y encontrarse con Erstin, ya era casi de noche, y el grupo decidió regresar al templo, y buscar una manera de atravesar la muralla, el ultimo obstáculo en su persecución, ahora que sabían hacia donde iban Horen y Arial.
Asta se había retirado para tomar un baño antes de la cena, por lo que Zelkova salio a dar un paseo por la plaza de mercados antes de que la cerraran. Quien sabe, quizá encontraría alguna oferta o un objeto raro y valioso. Pero lo que encontró supero sus expectativas más amplias.
¡La princesa Mirielle en el mercado, sola, y con ropas de plebeyo! Esto olía a una travesura de la jovencita, por lo que Zelkova decidió seguirla y ver adonde se dirigía, cuando se topo con Ludovic, en plena carrera. El encuentro causó tanto alboroto que Mirielle se percato de que era seguida, y nuevamente hecho a correr, esta vez en dirección al centro de la ciudad. El joven capitán germano explico lo ocurrido a Zelkova, quien decidió ayudarlo a detener a la adolescente fugitiva.
La diferencia de velocidad entre la princesa y Ludovic le había permitido a esta perderlo durante un buen rato. Pero no así a Zelkova, quien menos equipado, y mucho mas ágil, no tardo en dejar atrás al capitán germano, en su persecución de la jovencita.
Li, Sanada, Erstin y Shenay volvían con un gusto amargo al templo por el camino central de la ciudad, cuando, para empeorar el mal humor de Erstin, Ludovic paso a su lado como un rayo, arrojándola al piso. ¡Y ni siquiera le pidió disculpas, mucho menos ayudarla a levantarse! "¡Humanos insolentes! ¿Que no saben con quien tratan?- grito Erstin, olvidando que su linaje era un secreto. Ella no había tenido un buen día, ¡y ahora esto! ¡Su robe favorito estaba cubierto de barro por culpa de aquel rufián!
Pero esto no iba a quedarse así, claro que no. Antes de que Li pudiera decir algo para calmarla, Erstin salio tras Ludovic como una tempestad, y quien sabe que le habría hecho de alcanzarlo en ese momento. Si algo molesta más a una alto humana que le digan que es pequeña, es que arruinen su vestimenta favorita. Y una alto humana ofendida puede ser un enemigo más implacable y temible que un ejército de orcos de las montañas del sur, de eso doy fe. Sanada, Li y Shenay corrieron tras ella, no sabiendo si para ayudarla a darle una lección a aquel hombre descortés, o para evitar que la joven aprendiz de Otome le diera alcance a su perseguido y salvarle la vida. Entonces fue cuando Erstin escucho un silbido muy potente, pero en una frecuencia tan alta, que la hizo tambalearse y hacer al suelo. Aparentemente, solo ella pudo escucharlo, ya que los otros tres no sintieron nada extraño.
Zelkova estaba cansado de perseguir a una adolescente irresponsable por toda la ciudad, cuando de pronto vio algunos metros mas adelante que la princesa se detenía, y creyó que por fin se había rendido. Pero lo que vio un segundo después le helo la sangre. Una figura de negro estaba frente a la princesa, y Zelkova vio claramente el brillo metálico del reflejo de la luna en la mano de aquel hombre, y corrió. Corrió tan rápido como pudo, pero la distancia era demasiada, el golpe del hombre de negro llegaría antes que el. Mientras el alfanje cortaba el aire, Zelkova se pregunto por que había tanto odio y muerte innecesaria en el mundo . . .
Sin perder ningún tiempo, Li y sus compañeros decidieron continuar con su plan original, ir al muelle, y luego buscarían la manera de salir de la ciudad. Las murallas selladas parecían infranqueables, pero como siempre, nada desanimaba al joven Li, y Sanada parecía más que contento con el desafío de romper la defensa perfecta. Se alejaron por el camino del sur, diferente al que habían usado la última vez, en dirección a los puertos. Este camino llevaba a los puertos a través de la zona de mercenarios, y no usando el camino de los comerciantes, de modo que estaban rodeados de murallas, torres de defensa, miradas poco amigables y guardias por doquier. El viaje les tomo alrededor de dos horas, ya que los puertos estaban lejos del centro de la ciudad, y ellos iban lentamente, siendo cuidadosos de no llamar la atención, tarea nada fácil teniendo a alguien tan llamativo como Erstin de acompañante.
Ludovic no estaba interesado en participar de la reunión entre la joven princesa y el shogun, el consideraba estas reuniones de cortesía como una hipocresía intolerable, y aun si hubiera querido ir, era poco probable que lo dejasen entrar. De toda la comitiva que había salido de Germania, solo a los nobles de más alto rango se les había permitido la entrada, y de los guardianes de la princesa, Phantas-moon era la única que había accedido al salón central, probablemente gracias a la sangre azul que corría por sus venas.
Sin demasiado que hacer hasta que la reunión terminara, Ludovic decidió recorrer el palacio, y matar el tiempo del único modo que podía, dando vueltas, y revisando que nada estuviera fuera de lugar. Y como solía ocurrir cuando el revisaba, algo estaba fuera de lugar. Le costo un poco, pero pudo divisar a una figura encapuchada, algo pequeña para ser un asesino o un saboteador pensó, pero muy escurridiza, un espía quizá. Con un par de movimientos rápidos Ludovic alcanzo al misterioso invasor, y logro cortarle la retirada, cuando se dirigía a las paredes externas del jardín lateral del palacio. -"La gente que visita el palacio, ya sea para entrar o salir, suele usar las puertas. A menos que no sean bienvenidos . . . como parece ser tu caso"- La figura retrocedió un par de metros, Ludovic apenas alcanzo a intentar atraparlo, pero solo logro quitarle la capucha, descubriendo su rostro. -"Hay por favor, tiene que ser una broma"-, fue lo único que atino a decir Ludovic cuando la princesa, vestida con ropas de plebeyos, y una capucha marrón que le cubría de pies a cabeza, hecho de pronto a correr sin decir mas. Para ser una princesa, era bastante rápida, y pronto puso distancia entre ella y Ludovic, saltando la muralla exterior del jardín izquierdo del palacio, en dirección a la plaza de mercados de la ciudad.
Luego de separarse de la comitiva de la princesa, Zelkova y Asta se dirigieron sin perder tiempo a las puertas del templo de Meistos, concientes de que cada minuto podía ser vital en su búsqueda de respuestas.
-Alto, ¿quien va?- pregunto uno de los guardias de la puerta principal, un hombre alto, de aproximadamente unos 40 años, y con una larga tunica negra, adornada con runas doradas. -Mi nombre es Zelkova, soy un ángel de Galuen, y vengo en busca de consejo del Gran Maestro, por asuntos de suma importancia. Esta es mi tutora y acompañante, Astaroshe Aslan.
El guardia miro al otro, y luego volvió a ver a Zelkova, con un rostro de desaprobación. -La entrada al templo esta prohibida para cualquier ajeno a este desde hace días, lo lamento, pero tendrán que volver por donde vinieron.
-¿Cerrada? ¿Podrá saberse es el motivo noble monje?- pregunto Asta, previendo la respuesta, ya que solo buscaba confirmar sus sospechas.
-Un objeto de gran valor histórico y espiritual fue robado hace días, y mas no diré, ya que no les concierne. Retírense ahora- Zelkova hizo un gesto de seguir la discusión, seguro de que podría convencer al hombre de dejarlos pasar, pero Asta lo detuvo, ya que la respuesta del monje, junto con su semblante serio y severo, no dio lugar a mas replicas, y continuar solo dificultaría mas la situación. Entonces, con el sabor amargo de haber estado tan cerca y a la vez tan lejos, se retiraron a la zona de posadas de la ciudad, en busca de un lugar donde esperar, hasta que la entrada al templo se re abriera. De cualquier manera la ciudad estaba sellada, y aun si quisieran, no podrían ir a ningún lugar.
Al llegar a la zona de los puertos, el grupo se separo en dos: Li, Sanada y Shenay se dirigieron a una taberna de marineros, en busca de alguna pista sobre el destino del barco usado por Horen y Arial para escapar, y Erstin fue a una taberna diferente, mucho mas "viva", por así decirlo, un refugio de piratas. Quiéranlo o no, hay que aceptarlo mis amigos, los piratas serán sucios, ladrones, cerdos y cosas peores, pero nadie como ellos sabe que ocurre o deja de ocurrir en los 7 mares. En eso estaba haciendo su apuesta Erstin, y mucha razón tendría diría yo, pero quizá olvido el pequeño detalle de que una otome como ella, podría no ser muy bienvenida en ese antro de criminales. O tal vez si, dependiendo de cuando haya sido la última vez que hallan estado con una mujer, si saben a que me refiero. Pero Erstin no era una niña indefensa, sino una ángel manipuladora del zen-aire, miembro de la orgullosa raza de los altos humanos procedentes de Tirling, y eso tenía que valer de algo.
Su recepción fue mejor de lo esperado: indiferencia.
Se acerco al tabernero, y pidió una copa de licor suave. El tabernero la sirvió, no sin antes mostrar una cara de asombro e incredulidad ante la desfachatez de su hermosa cliente. -" Disculpe mi pregunta jovencita, pero . . ."- el hombre no termino la frase que Erstin ya tenia su respuesta lista, -"Busco a dos angeles, huyeron en barco hace 3 días, y creí que podrían saber algo aquí".
"Veo angeles en barcos todo el tiempo mi señora, no sabría decirle nada a menos que me de mas detalles de ellos"- contesto, y aunque Erstin no vio mentira en sus ojos, no pudo evitar creer que en este lugar le escondían algo, sin embargo, no tuvo tiempo de averiguar mas.
-"¿Póker de ases? ¡Es la tercera vez! ¡Maldito tramposo, te matare!- el grito venia desde una mesa en la derecha, y la gresca no tardo en armarse. Los piratas, ebrios y buscando pelea como siempre, comenzaron a arrojarse todo cuanto pudiera ser arrojado que tuvieran a mano. Erstin misma tuvo que involucrarse, arrojando por los aires a unos cuatro o cinco ilusos que creyeron que podían divertirse con una "pequeña y linda damita", como ellos la llamaron. Nada molesta mas a un alto humano, que un miembro de la baja raza, como ellos nos llaman, le diga que es pequeño.
-"Espero que los demás tengan mejor suerte que yo"- pensó Erstin, mientras otro de aquellos ladronzuelos volaba por los aires.
En la otra taberna, la suerte parecía sonreírle a Li, ya que había logrado acercarse a la mesa de Sir Elric, un famoso y acaudalado marinero, dueño de una flota entera, viejo lobo de mar. De lo que Li pudo contarle, y lo que aquel hombre sabia por si mismo, el barco era de bandera Anrhorí, y no había muchos lugares donde un barco Anrhorí de refugiados pudiera atrancar, mas que la tierra de los libres misma.
Al salir de la taberna y encontrarse con Erstin, ya era casi de noche, y el grupo decidió regresar al templo, y buscar una manera de atravesar la muralla, el ultimo obstáculo en su persecución, ahora que sabían hacia donde iban Horen y Arial.
Asta se había retirado para tomar un baño antes de la cena, por lo que Zelkova salio a dar un paseo por la plaza de mercados antes de que la cerraran. Quien sabe, quizá encontraría alguna oferta o un objeto raro y valioso. Pero lo que encontró supero sus expectativas más amplias.
¡La princesa Mirielle en el mercado, sola, y con ropas de plebeyo! Esto olía a una travesura de la jovencita, por lo que Zelkova decidió seguirla y ver adonde se dirigía, cuando se topo con Ludovic, en plena carrera. El encuentro causó tanto alboroto que Mirielle se percato de que era seguida, y nuevamente hecho a correr, esta vez en dirección al centro de la ciudad. El joven capitán germano explico lo ocurrido a Zelkova, quien decidió ayudarlo a detener a la adolescente fugitiva.
La diferencia de velocidad entre la princesa y Ludovic le había permitido a esta perderlo durante un buen rato. Pero no así a Zelkova, quien menos equipado, y mucho mas ágil, no tardo en dejar atrás al capitán germano, en su persecución de la jovencita.
Li, Sanada, Erstin y Shenay volvían con un gusto amargo al templo por el camino central de la ciudad, cuando, para empeorar el mal humor de Erstin, Ludovic paso a su lado como un rayo, arrojándola al piso. ¡Y ni siquiera le pidió disculpas, mucho menos ayudarla a levantarse! "¡Humanos insolentes! ¿Que no saben con quien tratan?- grito Erstin, olvidando que su linaje era un secreto. Ella no había tenido un buen día, ¡y ahora esto! ¡Su robe favorito estaba cubierto de barro por culpa de aquel rufián!
Pero esto no iba a quedarse así, claro que no. Antes de que Li pudiera decir algo para calmarla, Erstin salio tras Ludovic como una tempestad, y quien sabe que le habría hecho de alcanzarlo en ese momento. Si algo molesta más a una alto humana que le digan que es pequeña, es que arruinen su vestimenta favorita. Y una alto humana ofendida puede ser un enemigo más implacable y temible que un ejército de orcos de las montañas del sur, de eso doy fe. Sanada, Li y Shenay corrieron tras ella, no sabiendo si para ayudarla a darle una lección a aquel hombre descortés, o para evitar que la joven aprendiz de Otome le diera alcance a su perseguido y salvarle la vida. Entonces fue cuando Erstin escucho un silbido muy potente, pero en una frecuencia tan alta, que la hizo tambalearse y hacer al suelo. Aparentemente, solo ella pudo escucharlo, ya que los otros tres no sintieron nada extraño.
Zelkova estaba cansado de perseguir a una adolescente irresponsable por toda la ciudad, cuando de pronto vio algunos metros mas adelante que la princesa se detenía, y creyó que por fin se había rendido. Pero lo que vio un segundo después le helo la sangre. Una figura de negro estaba frente a la princesa, y Zelkova vio claramente el brillo metálico del reflejo de la luna en la mano de aquel hombre, y corrió. Corrió tan rápido como pudo, pero la distancia era demasiada, el golpe del hombre de negro llegaría antes que el. Mientras el alfanje cortaba el aire, Zelkova se pregunto por que había tanto odio y muerte innecesaria en el mundo . . .
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