jueves, 21 de febrero de 2008

Capitulo 5 -Múltiples Persecuciones-

El diario del viajero -Bah Shing Ze, 6 de septiembre del 923 P.G. –

Sin perder ningún tiempo, Li y sus compañeros decidieron continuar con su plan original, ir al muelle, y luego buscarían la manera de salir de la ciudad. Las murallas selladas parecían infranqueables, pero como siempre, nada desanimaba al joven Li, y Sanada parecía más que contento con el desafío de romper la defensa perfecta. Se alejaron por el camino del sur, diferente al que habían usado la última vez, en dirección a los puertos. Este camino llevaba a los puertos a través de la zona de mercenarios, y no usando el camino de los comerciantes, de modo que estaban rodeados de murallas, torres de defensa, miradas poco amigables y guardias por doquier. El viaje les tomo alrededor de dos horas, ya que los puertos estaban lejos del centro de la ciudad, y ellos iban lentamente, siendo cuidadosos de no llamar la atención, tarea nada fácil teniendo a alguien tan llamativo como Erstin de acompañante.

Ludovic no estaba interesado en participar de la reunión entre la joven princesa y el shogun, el consideraba estas reuniones de cortesía como una hipocresía intolerable, y aun si hubiera querido ir, era poco probable que lo dejasen entrar. De toda la comitiva que había salido de Germania, solo a los nobles de más alto rango se les había permitido la entrada, y de los guardianes de la princesa, Phantas-moon era la única que había accedido al salón central, probablemente gracias a la sangre azul que corría por sus venas.
Sin demasiado que hacer hasta que la reunión terminara, Ludovic decidió recorrer el palacio, y matar el tiempo del único modo que podía, dando vueltas, y revisando que nada estuviera fuera de lugar. Y como solía ocurrir cuando el revisaba, algo estaba fuera de lugar. Le costo un poco, pero pudo divisar a una figura encapuchada, algo pequeña para ser un asesino o un saboteador pensó, pero muy escurridiza, un espía quizá. Con un par de movimientos rápidos Ludovic alcanzo al misterioso invasor, y logro cortarle la retirada, cuando se dirigía a las paredes externas del jardín lateral del palacio. -"La gente que visita el palacio, ya sea para entrar o salir, suele usar las puertas. A menos que no sean bienvenidos . . . como parece ser tu caso"- La figura retrocedió un par de metros, Ludovic apenas alcanzo a intentar atraparlo, pero solo logro quitarle la capucha, descubriendo su rostro. -"Hay por favor, tiene que ser una broma"-, fue lo único que atino a decir Ludovic cuando la princesa, vestida con ropas de plebeyos, y una capucha marrón que le cubría de pies a cabeza, hecho de pronto a correr sin decir mas. Para ser una princesa, era bastante rápida, y pronto puso distancia entre ella y Ludovic, saltando la muralla exterior del jardín izquierdo del palacio, en dirección a la plaza de mercados de la ciudad.

Luego de separarse de la comitiva de la princesa, Zelkova y Asta se dirigieron sin perder tiempo a las puertas del templo de Meistos, concientes de que cada minuto podía ser vital en su búsqueda de respuestas.
-Alto, ¿quien va?- pregunto uno de los guardias de la puerta principal, un hombre alto, de aproximadamente unos 40 años, y con una larga tunica negra, adornada con runas doradas. -Mi nombre es Zelkova, soy un ángel de Galuen, y vengo en busca de consejo del Gran Maestro, por asuntos de suma importancia. Esta es mi tutora y acompañante, Astaroshe Aslan.
El guardia miro al otro, y luego volvió a ver a Zelkova, con un rostro de desaprobación. -La entrada al templo esta prohibida para cualquier ajeno a este desde hace días, lo lamento, pero tendrán que volver por donde vinieron.
-¿Cerrada? ¿Podrá saberse es el motivo noble monje?- pregunto Asta, previendo la respuesta, ya que solo buscaba confirmar sus sospechas.
-Un objeto de gran valor histórico y espiritual fue robado hace días, y mas no diré, ya que no les concierne. Retírense ahora- Zelkova hizo un gesto de seguir la discusión, seguro de que podría convencer al hombre de dejarlos pasar, pero Asta lo detuvo, ya que la respuesta del monje, junto con su semblante serio y severo, no dio lugar a mas replicas, y continuar solo dificultaría mas la situación. Entonces, con el sabor amargo de haber estado tan cerca y a la vez tan lejos, se retiraron a la zona de posadas de la ciudad, en busca de un lugar donde esperar, hasta que la entrada al templo se re abriera. De cualquier manera la ciudad estaba sellada, y aun si quisieran, no podrían ir a ningún lugar.

Al llegar a la zona de los puertos, el grupo se separo en dos: Li, Sanada y Shenay se dirigieron a una taberna de marineros, en busca de alguna pista sobre el destino del barco usado por Horen y Arial para escapar, y Erstin fue a una taberna diferente, mucho mas "viva", por así decirlo, un refugio de piratas. Quiéranlo o no, hay que aceptarlo mis amigos, los piratas serán sucios, ladrones, cerdos y cosas peores, pero nadie como ellos sabe que ocurre o deja de ocurrir en los 7 mares. En eso estaba haciendo su apuesta Erstin, y mucha razón tendría diría yo, pero quizá olvido el pequeño detalle de que una otome como ella, podría no ser muy bienvenida en ese antro de criminales. O tal vez si, dependiendo de cuando haya sido la última vez que hallan estado con una mujer, si saben a que me refiero. Pero Erstin no era una niña indefensa, sino una ángel manipuladora del zen-aire, miembro de la orgullosa raza de los altos humanos procedentes de Tirling, y eso tenía que valer de algo.
Su recepción fue mejor de lo esperado: indiferencia.
Se acerco al tabernero, y pidió una copa de licor suave. El tabernero la sirvió, no sin antes mostrar una cara de asombro e incredulidad ante la desfachatez de su hermosa cliente. -" Disculpe mi pregunta jovencita, pero . . ."- el hombre no termino la frase que Erstin ya tenia su respuesta lista, -"Busco a dos angeles, huyeron en barco hace 3 días, y creí que podrían saber algo aquí".
"Veo angeles en barcos todo el tiempo mi señora, no sabría decirle nada a menos que me de mas detalles de ellos"- contesto, y aunque Erstin no vio mentira en sus ojos, no pudo evitar creer que en este lugar le escondían algo, sin embargo, no tuvo tiempo de averiguar mas.
-"¿Póker de ases? ¡Es la tercera vez! ¡Maldito tramposo, te matare!- el grito venia desde una mesa en la derecha, y la gresca no tardo en armarse. Los piratas, ebrios y buscando pelea como siempre, comenzaron a arrojarse todo cuanto pudiera ser arrojado que tuvieran a mano. Erstin misma tuvo que involucrarse, arrojando por los aires a unos cuatro o cinco ilusos que creyeron que podían divertirse con una "pequeña y linda damita", como ellos la llamaron. Nada molesta mas a un alto humano, que un miembro de la baja raza, como ellos nos llaman, le diga que es pequeño.
-"Espero que los demás tengan mejor suerte que yo"- pensó Erstin, mientras otro de aquellos ladronzuelos volaba por los aires.

En la otra taberna, la suerte parecía sonreírle a Li, ya que había logrado acercarse a la mesa de Sir Elric, un famoso y acaudalado marinero, dueño de una flota entera, viejo lobo de mar. De lo que Li pudo contarle, y lo que aquel hombre sabia por si mismo, el barco era de bandera Anrhorí, y no había muchos lugares donde un barco Anrhorí de refugiados pudiera atrancar, mas que la tierra de los libres misma.
Al salir de la taberna y encontrarse con Erstin, ya era casi de noche, y el grupo decidió regresar al templo, y buscar una manera de atravesar la muralla, el ultimo obstáculo en su persecución, ahora que sabían hacia donde iban Horen y Arial.

Asta se había retirado para tomar un baño antes de la cena, por lo que Zelkova salio a dar un paseo por la plaza de mercados antes de que la cerraran. Quien sabe, quizá encontraría alguna oferta o un objeto raro y valioso. Pero lo que encontró supero sus expectativas más amplias.
¡La princesa Mirielle en el mercado, sola, y con ropas de plebeyo! Esto olía a una travesura de la jovencita, por lo que Zelkova decidió seguirla y ver adonde se dirigía, cuando se topo con Ludovic, en plena carrera. El encuentro causó tanto alboroto que Mirielle se percato de que era seguida, y nuevamente hecho a correr, esta vez en dirección al centro de la ciudad. El joven capitán germano explico lo ocurrido a Zelkova, quien decidió ayudarlo a detener a la adolescente fugitiva.
La diferencia de velocidad entre la princesa y Ludovic le había permitido a esta perderlo durante un buen rato. Pero no así a Zelkova, quien menos equipado, y mucho mas ágil, no tardo en dejar atrás al capitán germano, en su persecución de la jovencita.

Li, Sanada, Erstin y Shenay volvían con un gusto amargo al templo por el camino central de la ciudad, cuando, para empeorar el mal humor de Erstin, Ludovic paso a su lado como un rayo, arrojándola al piso. ¡Y ni siquiera le pidió disculpas, mucho menos ayudarla a levantarse! "¡Humanos insolentes! ¿Que no saben con quien tratan?- grito Erstin, olvidando que su linaje era un secreto. Ella no había tenido un buen día, ¡y ahora esto! ¡Su robe favorito estaba cubierto de barro por culpa de aquel rufián!
Pero esto no iba a quedarse así, claro que no. Antes de que Li pudiera decir algo para calmarla, Erstin salio tras Ludovic como una tempestad, y quien sabe que le habría hecho de alcanzarlo en ese momento. Si algo molesta más a una alto humana que le digan que es pequeña, es que arruinen su vestimenta favorita. Y una alto humana ofendida puede ser un enemigo más implacable y temible que un ejército de orcos de las montañas del sur, de eso doy fe. Sanada, Li y Shenay corrieron tras ella, no sabiendo si para ayudarla a darle una lección a aquel hombre descortés, o para evitar que la joven aprendiz de Otome le diera alcance a su perseguido y salvarle la vida. Entonces fue cuando Erstin escucho un silbido muy potente, pero en una frecuencia tan alta, que la hizo tambalearse y hacer al suelo. Aparentemente, solo ella pudo escucharlo, ya que los otros tres no sintieron nada extraño.

Zelkova estaba cansado de perseguir a una adolescente irresponsable por toda la ciudad, cuando de pronto vio algunos metros mas adelante que la princesa se detenía, y creyó que por fin se había rendido. Pero lo que vio un segundo después le helo la sangre. Una figura de negro estaba frente a la princesa, y Zelkova vio claramente el brillo metálico del reflejo de la luna en la mano de aquel hombre, y corrió. Corrió tan rápido como pudo, pero la distancia era demasiada, el golpe del hombre de negro llegaría antes que el. Mientras el alfanje cortaba el aire, Zelkova se pregunto por que había tanto odio y muerte innecesaria en el mundo . . .

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