viernes, 8 de agosto de 2008

Capitulo 12 -El duelo de Zelkova-

El diario del viajero -Selva de Khor central, 15 de septiembre del 923 P.G.

Al alba el hombre los convoco a todos en el salón del jefe. Salón es un decir, por que no era mas que una tienda gigante, hecha con madera, rocas y pieles. A pesar de eso, había sido remodelada para situar los gustos del nuevo jefe, por lo que había obras de arte colgadas, mármoles, muebles de fina estampa, alfombras traídas de Mezeyr, y otros múltiples objetos de gran valor. Desde luego, esas eran mercancías que debían ser entregadas en las ciudades del este germano y la capital de Shuan, las cuales, al igual que sus transportistas, nunca llegaron a destino.

Entraron al lugar aun sin sus posesiones (a duras penas les habían dejado sus ropas) con las manos atadas, y fuertemente vigilados por un grupo de igual numero de bárbaros.

El lugar estaba casi vacío, a excepción claro, del líder de la tribu, y su harem personal, y dos de sus hombres de mas alta confianza.

"Ah, los huéspedes. Bienvenidos, pónganse cómodos" - dijo amablemente el forajido, que se encontraba en un sillón que marcadamente resaltaba su importancia con el resto.

Li lo miro con desden, esta clase de actos de ostentación de poder y lujuria eran claramente una muestra de la corrupción del oeste, sin mencionar un tabo, entre los monjes con los que Li había crecido, y de quienes había aprendido su estilo de vida.

"Bien, ahora pasemos a lo que nos atañe. Fueron encontrados vagando en mi territorio"-Dijo, resaltando el "mi" de la oración.
"Y por lo que veo no son comerciantes. Que asuntos pueden traer a este remoto lugar a un grupo de angeles, e incluso a un soldado de Germania? -inquiriro, mientras observaba de cerca a Ludovic.

"Y un oficial, nada menos!"- al parecer, el rango de Ludovic no paso por alto a los ojos de aquel hombre, sin duda acostumbrado a identificar (y escapar de) los oficiales de Germania.

"No veo motivos para decirle quienes somos, pero si es de su interés, le diré que estamos cruzando la jungla por la ruta del sur. Eso debería satisfacer su curiosidad, no?"- le respondió Li, con toda la cortesía de que supo hacerse.

Instantáneamente los bárbaros a su alrededor tomaron posiciones hostiles a los gritos de "como te atreves a faltar el respeto del jefe?", "responde la pregunta sabandija" y otros similares.

Basta. Si no quieren hablar no hay problema. Ya tengo lo que quería de ellos, así que pueden ejecutarl . . . - el hombre se detuvo en seco al ver a una persona en especial en ese grupo, una que le llamo poderosamente la atención.

"Mirielle, su alteza real. Vaya, vaya. Esto si que es una sorpresa agradable, y cambia por completo mi situación."

"Que q-quiere de-decir con e-eso?"- Mirielle se veía muy asustada.

"Jovencita, contigo a mi lado, ya no deberé temer mas a los señores de Germania. Si, es brillante. Tu serás mi esposa, así todo se solucionara!" -concluyo el hombre.

"Sobre mi cadáver!"- Ludovic, impetuoso y con poco temperamento como siempre cuando se trataba de Germania, no dudo en ponerse delante de la joven princesa.

"Paciencia joven capitán, en no mucho tiempo eso será concedido." -dijo aquel hombre con una sonrisa macabra en el rostro.

"Llévenselos. Los ejecutaremos al mediodía."

"Espere!" - lo interrumpió Zelkova.
"Dijo que ya tenia lo que quería de nosotros, verdad? Pues le aseguro que no es así. Aun hay cosas de valor que podemos entregarle, a cambio de nuestras vidas." -Zelkova no estaba muy seguro de si eso funcionaria, o siquiera si era una buena idea, pero ya lo pensaría mas tarde.

El hombre lo miro con algo de suspicacia.

"Que pueden tener que no les halla quitado ya? Habla muchacho, pues tus palabras pueden salvarte el cuello."

Lo tengo! -fue el primer pensamiento de Zelkova.
"Bien, pero en privado." -
contesto desafiante el joven.

Lo que ocurrió entre esos dos en esa charla me es desconocido aun al día de hoy, pero si puedo decirles, que las habilidades de negociación de Zelkova dejaban mucho que desear . . .

Sea como fuere, el joven tenia ciertamente información de vital importancia para cualquiera que supiera venderla. Sus identidades, y el objeto de su misión podían valer mucho, ya demás, ofreció la mano de Mirielle en matrimonio legal, por lo que decidieron resolver el asunto a la manera tradicional de los angeles, con un duelo zen.
El duelo zen era una de las tradiciones mas viejas, un desafió de que podía constar de cualquier cosa que el retador eligiera, bajo las condiciones que el aceptante imponga. El ganador del desafió era aceptado sin rechistar, ya que delegados del consejo, conocidos como "los jueces" se encargaban de velar por la legalidad de este sagrado ritual.
Y pobre de aquel que ose hacer trampa para ganar . . .

Al día siguiente, los contendientes se encontraron en la arena. Se eligió algo tradicional, un combate a muerte. Además, Zelkova impuso la regla de zona. En este tipo de peleas, se delineaba un área, y quien saliera de ella por cualquier motivo automáticamente perdería.
Era eso o la muerte.

La pelea comenzó cuando el juez dio la señal. Ambos angeles lanzaron rápidamente sus mejores técnicas, con el objetivo de golpear rápido, y golpear dos veces. Pero en este duelo Zelkova cometió un error. Pedir la zona contra su oponente, desconociendo que elemento era su control fue un error que pagaría muy caro.
Ni bien se disipo la pequeña llamarada que salio de su mano, Zelkova observo con horror como un muro de tierra protegía a su oponente.

"Tierra?? Es un angel TIERRA???" - las palabras apenas si salían de su boca.

"Como es que nunca se te ocurrió averiguar su elemento antes de elegir la regla de zona, idiota??" -Li estaba furioso con la estupida actuación de su compañero.

El hombre no pudo contener su sonrisa. y estallo en una carcajada. Zelkova dio un par de pasos atrás, y noto que estaba en el límite de la zona.

"Tsk, crees que ya ganaste solo por que tienes ventaja? Esto no se acaba todavía!!"
Tras esas palabras, Zelkova salio disparado hacia su oponente tratando acortar la distancia y no permitirle usar su zen, pero una lluvia de lanzas de roca lo golpearon por todo el cuerpo, y lo tumbaron.

"ZEL!!!"
-grito desesperada Asta. Un segundo después estaba dentro de la zona, katares desenvainados.

"Esto es una violación del duelo!!" grito el hombre al juez.

"También lo es el veneno que pusiste en su comida."-respondió impasible el juez.

"Bien!, en ese caso, todos al ataque!" -Con toda la rabia contenida de los 3 días anteriores, Ludovic y los demás saltaron al campo de batalla, a enfrentarse contra la guardia del jefe, unos 5 bárbaros mas grandes y fornidos aun que los que los habían capturado, y blandiendo espadas aun mas grandes.

"Supongo que ya no tengo nada que hacer aquí." -acoto el juez, y unos segundos después desapareció en el aire.

En el calor del combate, Zelkova se despertó a tiempo para evitar que le pisaran la cabeza dos bárbaros. Al instante se puso de pie, y continúo su duelo personal contra aquel angel.
La vergüenza que sentía por tener que ser salvado fue demasiada, y su ira estallo en un segundo.
Todo a su alrededor se formo un circulo de magia de color rojo, y su aspecto cambio radicalmente.
Al igual que aquella noche en Bah Shing Ze, desplegó alas escamosas, una larga cola, y ojos verde esmeralda.

"Así que un descendiente de dragones eh? Me van a pagar muy bien por tu cabeza . . ."

martes, 29 de julio de 2008

Capitulo 11 -La tribu de barbaros-

El diario del viajero -Selva de Khor occidental, 14 de septiembre del 923 P.G.

En cuestión de minutos la situación se estabilizaba. Con Ludovic otra vez en pie, aunque algo maltrecho, Zelkova, Shenay y Li listos para dar aun mas batalla, parecía que el destino de los viajeros estaba lejos de terminarse esa noche.
Li y Shenay utilizaban maniobras combinadas para ganar la espalda y los flancos de ambos monstruos, mientras Ludovic utilizaba sus poderes zen para crear barreras de fuego que mantuvieran a raya a los trolls.
Poco a poco la estrategia daba resultado, y cuando finalmente lograron cercar a las bestias, Shenay hizo gala de su titulo como Si Fu, y con un golpe espectacular a la base del cuello rompió la columna de uno de los gigantes, enviándolo al sueño eterno de la muerte. El segundo hubiera estado aterrorizado al ver esto, de no ser por que el intelecto de estas criaturas esta lejos de ser promedio.
El estúpido troll creía que habría mas comida para el con su compañero muerto, pero no sabia que pronto el también lo acompañaría. Aunque no sin antes dejar su marca. Enfrascado en la euforia del combate, Zelkova lanzo una sucesión de golpes y patadas tratando de apuntar a los ojos de la criatura, pero la suerte no estuvo de su muerte, y el monstruo logro abrir sus fauces, tragándose primero su pierna derecha, y cuando por fin logro sacarla, ambos brazos. Si no fuera una situación de vida o muerte, habría sido motivo de carcajadas hilarantes . . .
Li, decidido a terminar el combate de una vez, derribo a la criatura y utilizo una vez mas su ataque especial, que tan buen resultado había dado la ultima vez. Con la criatura en el suelo, y su mandíbula ocupada degustando a Zelkova, Li logro conectar un golpe descendente similar al anterior, pero en el vientre del monstruo, logrando que escupa a Zelkova, junto a un liquido viscoso y gris extremadamente desagradable y maloliente (probablemente algún tipo de sangre).
Finalmente el combate se decidió en el siguiente ataque, una vez mas este gigante fue a la cuenta personal de Shenay, quien parecía inspirada ese día. Usando sus Tzen sen (o abanicos de acero), golpeo con ambos la cabeza del monstruo, partiéndolo en dos por completo.
Fin de la disputa.
Solo para advertir a cualquier criatura que intentara una estupidez similar, Ludovic decapito al primer troll, y empalo su cabeza en cerca del campamento.
No habría mas ataques esa noche . . .
Tuvieron que arreglar sus cosas desperdigadas por el campamento, y curar a los heridos, pero mas allá de eso, se puede decir que fue una victoria.
A la mañana siguiente, una vez más marcharon hacia el oeste, durante casi 8 horas. Al llegar cerca del atardecer, se aproximaron al centro de la selva de Khor, y a una de las grandes maravillas de este mundo, el árbol de la vida. Un espécimen de aproximadamente 100 metros de alto, ubicado en el centro de un valle profundo, y rodeado de una vegetación aun mas espesa que la que dejaron atrás. El valle tenia un diámetro de 1km, por lo que rodearlo podía tomarles todo el día, pero, si los rumores sobre terribles criaturas pululando por es valle eran ciertos, intentar un trayecto directo, podía tomarles toda la eternidad, si entienden a lo que me refiero.
El valle del árbol de la vida había sido en tiempos pasados refugio de criaturas benignas, e incluso se dice que allí habitaron algunos altos humanos antes de la gran guerra. Pero hoy en día, un aura de maldad se expandía por toda la zona, como si el mismísimo árbol hubiera vendido su alma al señor del infierno.
-" No se ustedes, pero yo NO voy a atravesar el valle del árbol de la vida" con su tono habitual, Zelkova dejaba bien en claro que cruzar ese valle equivalía a la muerte.
-"Pero no tenemos el tiempo para rodearlo, estamos en una persecución. Cada minuto que perdemos, es un minuto que nos sacan ventaja esos dos" replico Ludovic, impaciente como siempre, "además, nadie asegura que rodearlo nos exima de peligro alguno".
-"No, esta vez Zelkova tiene razón. No me arriesgare a cruzar el valle. Lo rodearemos" Decreto Li, quien a estas alturas sentía que la seguridad del grupo entero era su responsabilidad, ya que ellos habían sido arrastrados a su misión.
-"Ambas opciones serán lentas y dificultosas, así que no desperdiciemos nuestro tiempo en absurdas peleas. No olviden que tenemos una pasajera que llevar a destino"- intervino Erstin, dándole un final a la discusión.
Rodear el valle les llevo varias horas, y cuando el sol había caído por completo no habían recorrido ni siquiera la mitad.
"Alto."-con su melodiosa voz, Phantas-moon detuvo a todos. Siempre había algo en ella que les hacia imposible decirle que no, o negarse a sus peticiones. Era una especie de encantamiento, o quizás solo el miedo o respeto que una mujer así inspiraba en los demás, aun sin proponérselo.
"Alguien nos observa"-continuo. "Son mas de 10, y estamos rodeados desde todo ángulo".
Las noticias como siempre eran poco agradables. Ludovic comenzó a preguntarse si tantas coincidencias desafortunadas eran simplemente eso, coincidencias, o eran algo mas.
Mientras estos pensamientos rondaban su mente, más de una veintena de hombres fornidos, y de más de 2 metros de altura el más bajo, los rodeo con una velocidad impresionante para sus grandes complexiones físicas. Desde la izquierda , formando un semicírculo, estaban rodeados por mas de 20 bárbaros, fuertemente armados, y con gestos ciertamente poco amigables, y mas allá, en la tupida selva, podían sentir los ruidos de muchos arcos y lanzas preparándose. Del otro lado, por la derecha, el vacío que los conducía a una caída de mas de 100 metros, y al tenebroso valle del árbol de la vida.
"Ciertamente rodeados, y aunque son muchos, ninguno es una ángel"- dijo Li con toda la calma del mundo, mientras caminaba de frente hacia el que parecía el líder del grupo. Li sin dudas estaba buscando una pelea, una chance que les permitiera escapar entre la selva.
-"Ellos no, pero yo si."- De entre los bárbaros salio un hombre notablemente mas bajo, vestido con un robe marrón, con ribetes azules, y tiras negras. Tenia una lanza en su mano, y un angel tear en su oreja.
"Entenderán que no tienen oportunidad de ganar este combate, y personalmente preferiría llevarlos a la aldea con vida. Si fueran solo mercaderes ya estarían muertos, pero me interesa saber que hace un grupo tan dispar en mi territorio".
Sin decir más dio media vuelta, y desapareció en la jungla. A todo el grupo se les quitaron sus armas y objetos, y se los ato con cuerdas mágicas, que prevenían el uso de sus poderes zen.
Pero Phantas-moon no fue llevada con ellos, sino que todo un grupo de diez la llevo lejos del campamento.
Caminaron hasta la media noche, cuando llegaron a la aldea. "Aldea" era un termino muy preciso para describir el lugar. La población no excedía las 100 personas, y todas las viviendas eran chozas hechas con madera, paja, y barro. Había muchas obras decorativas, probablemente creadas por los niños, o las mujeres. Todo hombre que podía sostener un mandoble debía unirse a los grupos de caza, y prepararse para pelear. La vida en la jungla era muy difícil para esta tribu, y las cosas no habían mejorado con la irrupción de aquel hombre.
Si, Ludovic lo conocía. Era un forajido, un angel renegado sobre quien el emperador había puesto una recompensa. Al verse rodeado por enemigos, debió huir hacia lo profundo de la jungla, lejos del alcance de la ley Germana.
Después de una magra cena, fueron llevados a sus "aposentos". Unas celdas construidas con acero, un metal que obviamente no abundaba en la zona. Probablemente robado a algunos mercaderes. Por la mañana aquel hombre hablaría con ellos, y después . . .
después quien sabe . . .

sábado, 17 de mayo de 2008

Capitulo 10 -Noche sin estrellas-

El diario del viajero -Selva de Khor occidental, 14 de septiembre del 923 P.G.

Mientras más se internaban en la espesura de la selva, más lamentaban su apresurada decisión.
La selva de Khor era un autentico océano de vegetación, y perderse en ese lugar significaría sin lugar a dudas la muerte. Caminos que se cruzaban entre si, arboles cortando el paso, desvíos, pequeñas lomadas, barrancos, y cosas mucho, mucho peores se interponían a cada paso que daban.
"Creí que el camino que cortaba la selva seria mas fácil de recorrer, después de todo los comerciantes lo usan todo el tiempo"- dijo Erstin con un bufido, su voz denotaba que había esperado encontrar mucho mas de lo que en realidad había.
"Pues es la ruta mas directa hacia el oeste."-contesto sin darle demasiada importancia Ludovic.
"Aunque yo no la recorrí en mi camino de ida, por lo que no puedo aportar demasiada información."
"No se inquieten, estamos siguiendo una ruta recta desde que entramos. Además, podemos comprobar nuestra posición de noche, con las estrellas."- Li, como siempre, se mostraba seguro y confiado a los demás, aunque en realidad estaba tan preocupado como ellos. El era el líder de la comitiva, o eso creía el, y como tal no podía permitirse desesperar. ¿ es decir, si el perdía la calma, que sucedería con el resto? No, esa no era una opción viable.

Muy pronto noto lo errónea que era su afirmación.

Al internarse profundamente en el corazón de la jungla, la luz del sol fue lentamente obstruida por la vegetación, y la oscuridad muy pronto se volvió total.
¿Era de noche, o de día? ¿Acaso importaba?
La jungla parecía extenderse eternamente. ¿Algún día lograrían salir de allí? Con vida, claro está.
En esos momentos estas preguntas e inquietudes oscurecían los pensamientos del grupo, haciendo aflorar la desesperación y el terror en sus corazones.
El conflicto interno y las discusiones no tardaron en aparecer. La noche los estaba acorralando, y podían sentir como los observaban criaturas de todo tipo, desde detrás de cualquier pastizal, arbusto, o mas allá de la iluminación que proporcionaba el zen-fuego de Ludovic y Zelkova. Ojos rojos, verdes, azules, violetas y naranjas, aparecían y desaparecían a su alrededor.
Finalmente, decidieron que estaban demasiado agotados para seguir, y buscaron un claro mas o menos defendible, donde pudieran descansar un poco. Se dispersaron unos metros para cubrir el terrero, y asegurarse que ninguna criatura los estaba vigilando. Phantas-moon desapareció al poco tiempo, diciendo que recorrería el perímetro para asegurar la zona, y luego no volvieron a verla mas.
No les tomo mucho rato encender una fogata, y aunque Li no quería hacerlo, tenia que admitir que no podían cocinar sin fuego, el cual, aunque delatara su posición, serviría para asustar a las bestias mas pequeñas. Este pensamiento lo reconforto un poco.
Durante la primera guardia, Shenay, Zelkova y Li tomaron posiciones alrededor del campamento, los dos primeros cerca de la hoguera, pero Li, decidió usar un árbol cercano para tomar una ubicación elevada, y asi poder vigilar mejor el área. El resto del grupo durmió como pudo, preocupados por los crujidos de ramas, los aullidos y gorgoteos desconocidos, que no querían saber de que criatura provenian. La noche avanzo tranquila durante las primeras 2 horas. Pero la tranquilidad en estas tierras suele ser un engaño.
El grupo lo comprenderia cuando unos trolls hambrientos, que pasaron cerca y vieron el humo de la fogata, decidieron que la carne de humano seria su cena de esa noche . . .
Tan sigilosos como un terremoto podría serlo, pero igual de súbitos y sorpresivos, las dos abominaciones arrancaron un par de arboles cercanos, y sin perder tiempo los arrojaron al campamento, seguros de que con ese movimiento acabarían con los viajeros.
Y estuvieron cerca.
El primer tronco voló rápidamente, tomando por sorpresa a Shenay, que aunque logro apartarse a tiempo de su camino, no pudo evitar estrellarse contra uno de los arboles cercanos que delimitaba el "territorio" de los viajeros. Aun así, se la consideraría afortunada, por que era preferible eso a ser aplastada por el tronco.
Ludovic, dormido como estaba, no tuvo la misma suerte. El tronco que golpeo y reboto contra el piso dio de lleno contra el joven capitán, lanzándolo por los aires unos cuantos metros, y causándole serias heridas. El mismo ataque tambien impacto a Sanada, pero a diferencia de Ludovic, este cayo en un sueño profundo.
Zelkova, que había tenido una reacción instintiva, por lejos mas rápida que la de Shenay logro salir del camino del tronco, y colocarse en una posición que al menos le permitiera defenderse del segundo proyectil.
Pero las cosas no serian tan sencillas.
Con solo voltear su rostro, Zelkova pudo ver como la princesa Mirielle observaba la escena, petrificada por el terror. Sabía que la asustada muchacha no podría esquivar el ataque, así que tomo la decisión difícil, y con una rápida pirueta se coloco sobre ella, justo a tiempo para que el segundo tronco se estrellara contra su espalda y lo revolcara por el suelo. Zelkova intento levantarse, consiente que aquello era solo el inicio del combate nada más, y que si no era capaz de moverse de ahí el próximo golpe sin dudas acabaría con el, pero después de tan eficaz ataque, solo podía ver como toda la imagen del campamento se ennegrecía y se volvía borrosa. Sus manos y piernas temblaban y se negaban a responder a sus ordenes.
El ataque por sorpresa había tenido un éxito arrasador en el grupo, y Shenay observo con ojos sumidos en la resignación, como las dos criaturas se disponían a terminar su trabajo. Con todo el escandalo, Erstin y Asta también se habían despertado, pero no con la suficiente velocidad para evitar que uno de los trolls les propinara un golpe, arrojándolas por el suelo y dejándolas inconscientes. Ya sin nada que hacer, le rezo a su dios dragón para que la perdonara por fallar tan estrepitosamente en su misión, y le pidió que su muerte fuera lo mas rápida e indolora posible.
Todo parecía perdido en los ojos de Shenay. Veía como sus todos compañeros estaban inconscientes, o severamente heridos.

O casi todos.

Sin importar cuanto busco, Shenay no pudo ver a Li por ninguna parte.
Claro que no pudo.
El hábil monje había visto una manera de rodear a los trolls, moviendose de árbol en árbol, hasta acercarse por su espalda. Y haciendo uso de toda la fuerza física de que poseía, Li lanzo un poderoso ataque con una de las técnicas secretas de su estilo marcial.
Un ataque devastador si se me permite opinar al respecto.
Li salto por encima de la cabeza de un troll, que tardo tanto en reaccionar como el invierno en abandonar los campos en estas tierras. Mucho tiempo, demasiado.
El joven monje comenzó la caída perfectamente calculada de antemano, y con una rápida voltereta sobre si mismo golpeó al troll en la cabeza con una patada descendente usando su talón, potenciado con todo el peso de su cuerpo, y la fuerza gravitatoria.
La infernal criatura cayó de rodillas, aturdida. Y su estúpido compañero no tuvo mejor idea que volver la cabeza para ver que había tumbado a su amigo, con la misma velocidad de reacción que el otro troll. Ludovic, que no podía mover las piernas pero si los brazos, lanzo un puñetazo al aire invocando el poder de su señor dragón, y al instante salio despedido de su puño una lluvia de bolas de fuego que tumbo al segundo gigante.
"Meteoros de fuegaso". Un nombre digno de aquella esplendida manipulación de zen-fuego.
Impulsado por el animo de ver tumbados a los dos monstruos, Zelkova finalmente logro ponerse de pie al igual que Shenay, quienes ayudaron de prisa a Ludovic a salir de esa incomoda posición.
Una luz de esperanza parecía abrirse paso entre la tupida selva, y venir en rescate del herido y maltrecho grupo, para alegría de Shenay.

Las garras del dragón iniciaban por fin su contraataque . . .
.

miércoles, 16 de abril de 2008

Capitulo 9 -El comienzo del viaje -



Imagen: Bah Shing Ze, la ciudad de las murallas. Vista panoramica desde el valle de Erthul.










El diario del viajero -Llanura de Linn, 8 de septiembre del 923 P.G.

Con el sol ascendiendo detrás de la ciudad, los siete compañeros, y sus dos acompañantes estaban partiendo en rumbo suroeste, hacia la selva de Khor, a medio camino de las Montañas Heladas.
Eran nueve en total, los monjes del templo del dragón de la oscuridad, Li y su Si Fu Shenay; los viajeros de Anrhor, Zelkova y su protectora Asta; desde Germania el capitán Ludovic Borbon; del reino de los bosques occidentales, Erstin Ho, la alta humana de Tirling, de Shuan El mercenario Sanada Yukimura, y por ultimo, la princesa germana de Windam, Mirielle, y su guarda espaldas, Phantas-moon. Durante algunos días los jóvenes avanzaron a buen paso por las llanuras occidentales de Shuan, sin mayores problemas. Despertando temprano con la salida del sol, y caminando hasta el mediodía. Hacían luego una pequeña pausa para comer algo, contar algunas historias y trazar planes y suposiciones sobre lo que habían visto y oído, y sobre lo que les esperaba mas adelante en el camino. Al terminar, reanudaban la marcha casi hasta el anochecer, luego cenaban, y se iban a dormir temprano, sabiendo que al día siguiente les esperaba la misma marcha. De entre todos, Li era quien parecía más preocupado por el lento avance de la comitiva. Era sabido que en esta época del año, los vientos monzones podían comenzar a soplar con extrema rapidez, inundando totalmente los caminos y campos en cuestión de un par de horas.
La perspectiva de una tormenta súbita inquietaba al joven monje, pero afortunadamente para el, eso no ocurrió, y en menos de cinco días llegaron a la frontera oriental de la espesa selva de Khor, casi en las márgenes de Shuan, la que seria su primer gran obstáculo.

"Bien, eh aquí la primera decisión que debemos tomar. Podemos adentrarnos en la selva, lo cual nos acortaría varios días de camino, o podemos rodearla y tratar de cruzar por los territorios inexplorados, que aunque nos lleve mas tiempo, quizás sea menos peligroso."- comento Li, poniendo énfasis en su comentario, para que todos tomaran en cuenta la importancia de la decisión. Los territorios inexplorados eran justamente eso, zonas no civilizadas y totalmente desconocidas en donde los hombres no se atrevían a plantar bandera, ya que todos aquellos que lo hacían no volvían a ser vistos jamás. Si bien parecía que tomar el rumbo de la selva era lo lógico, las historias de bardos y viajeros sobre las bestias y otras criaturas malignas que pululaban por aquella selva eran bastante famosas, incluso fuera de Shuan. La tercera opción, consistía en atravesar las estepas heladas del norte, y desde luego que en esta época del año, aquello era directamente un suicidio, por lo que Li ni se molesto en nombrarla entre sus opciones, y nadie critico su juicio.

-"Opino que atravesemos la jungla" afirmo confiado como siempre Ludovic. El valiente capitán se las había visto en varias oportunidades con las hordas del inframundo, y no le temía a unas cuantas bestias sedientas de sangre. "Después de todo nos ahorraremos varios días de viaje, y teniendo en cuenta que estamos persiguiendo a esos dos ladrones a pie, no podemos aceptar ningún retraso". "Cierto"- se sumo a su opinión Erstin, "ya nos llevan suficiente ventaja, no podemos darles aun mas"-.
“No nos precipitemos, una decisión equivocada puede arruinar nuestra campaña, incluso antes que esta de comienzo”- intento interceder Shenay.
-“La monje habla con verdad. Esta selva esta infestada de peligros, y atravesarla probablemente no sea mas rápido que rodearla. En su corazón se halla el árbol de Gine, fuente de una gran energía Zen, y se dice que todas las criaturas mágicas son atraídas por este. Además, no olviden que quizás cruzar el ambiente selvático pueda no ser muy difícil para guerreros y mercenarios entrenados para el combate, pero si lo es para la joven que viene con nosotros.”- finalizo Asta, quien se había mantenido expectante de la situación. Miró a Phantas-moon y a la joven Mirielle con su amabilidad y cortesía características, y a la vez buscando algo de ayuda de parte de la guardiana, que inclinara la balanza de la decisión.
“Si yo soy la causa del problema, por mi no han de temer. Aunque no soy una angel entrenada como ustedes, no me dejaran atrás cuando se trata de actividades físicas, soy mucho mas rápida, ágil y resistente de lo que parezco a simple vista. El capitán Borbon puede dar fe de ello”- comento Mirielle con una sonrisa, la cual debió ocultar al ver el rostro de reproche de Ludovic.
Las opiniones estaban divididas, pero finalmente lograron un consenso. La presencia de Phantas-moon ayudo bastante en ese aspecto, ya que todos se sentían mas seguros si ella viajaba con el grupo.
Li considero entonces que había hecho bien en aceptar que la princesa los acompañara, ya que en vista de la situación, más parecía que ellos la acompañaban a ella. -"Bien, esta decidido, que Lurar nos guíe"- exclamo Zelkova, mas para darse valor a si mismo que a los demás, y seguido de cerca por Asta, y luego el resto, el grupo se interno en los oscuros recovecos de la selva de Khor, sin conocer que les deparaba el futuro . . .

domingo, 23 de marzo de 2008

Capitulo 8 -El concilio de Bah Shing Ze -





Imagen: Toph Mei Fong


El diario del viajero -Bah Shing Ze, 7 de septiembre del 923 P.G.

Los jóvenes caminaban en la noche de la ciudad, arrastrado sus pies por el cansancio. Estaban agotados y heridos, pero la curiosidad y sus deseos de averiguar la verdad eran mas fuertes que el dolor.
Al cabo de una media hora de marcha, llegaron de nuevo a las puertas del palacio real de Shuan. Una vez adentro finalmente sintieron que podía bajar la guardia. Cuando llegaron, varias doncellas los atendieron. Les dieron vestimenta nueva, y curaron las heridas leves. Toph se despidió momentáneamente de ellos, aduciendo que aun tenia asuntos que atender, y que volvería mas tarde, cuando el shogun reclamara su presencia en la audiencia. Las demás mujeres llevaron a Zelkova y a Phantas-moon a la enfermería, y guiaron al resto del grupo a través de los pasillos hasta el salón de guerra, sitio de reunión habitual del shogun y sus generales.
Al entrar, ya había gente esperándolos. Del otro lado de la mesa de reuniones estaba sentado el shogun de Shuan, a su derecha estaba el gran maestro del templo de Meistos, enfrente a el la princesa Mirielle, y del otro lado estaba Toph.
El grupo tomo asiento en la mesa, Li y Shenay estaban al lado del gran maestro, enfrente de ellos estaba Asta, Erstin, Ludovic, y cerrando el circulo se hallaba Sanada. Durante unos 5 minutos en la sala reino un silencio de ultratumba. Parecía que nadie tenia el valor de tomar la palabra. Ludovic sentía que la espera le clavaba agujas en el corazón, hasta que, finalmente, se rompió el silencio. Por la misma puerta que ellos entraran unos minutos antes, entro Phantas-moon. Estaba cubierta en vendajes, y se la notaba agotada. En cuanto se sentó, el gran maestro decidió hablar.
"Bien, ahora que están todos, este concilio puede dar comienzo"- dijo con vos firme el gran maestro. "Primero, me gustaría oír el reporte de lo acontecido esta noche. Li, por favor?"
"Si maestro."- Li se puso de pie de un salto. "No se mucho de nuestros atacantes, me temo. Pero es obvio que iban tras la señorita Mirielle. Un grupo de rebeldes, o quizá espías de otra nación, intentaban generar un conflicto entre Germania y Shuan con la muerte de la princesa. Afortunadamente pudimos protegerla, gracias a los valientes esfuerzos de Erstin, Ludovic y Phantas-moon."- dijo Li, obviando a drede la intervención de Zelkova en los hechos.
"Los asesinos son el menor de nuestros problemas"- intercedió Phantas-moon. Li, Shenay y Ludovic se miraron, confundidos.
"Elrael"- dijo con una voz cortante y fría Erstin.
La sola mención de ese nombre trajo un frió supernatural a toda la sala, como si toda la energía zen abandonara la sala, aterrada por aquel sujeto. Todos los jóvenes en ese momento se quedaron en silencio, sin saber exactamente por qué. Uno a uno recordaron su encuentro hacia unas horas atrás con aquel ser vestido de negro y rojo, y todos y cada uno pudieron recordar aquel frió intenso que les calaba los huesos, aquel miedo instintivo que no podían explicar. Pero algo sabían en verdad, enfrentarse a aquella criatura, significaba enfrentarse a la muerte.
"Si el realmente esta involucrado, esto es mas grave de lo que originalmente pensábamos"- Por fin el maestro tomo suficiente coraje para romper con el silencio.
"Maestro, quien es ese hombre?"-pregunto Li, quien se sentía perdido en la conversación, pero sabia que era algo necesario averiguar. Ludovic, Shenay y Sanada estaban igualmente intrigados, por lo que se unieron a la pregunta.
"Joven Shin, ese no es ningún hombre. Es un demonio, y uno muy poderoso. El hecho de que ni la poderosa Luna del Este halla podido mantenerse a la altura del desafió, es prueba innegable de su capacidad."- cuando acabo de decir eso, Phantas-moon bajo su cabeza, avergonzada por su derrota.
"Aunque que papel puede jugar en todo esto, todavía es un misterio. De cualquier manera, esto solo prueba que su misión acaba de volverse más compleja e importante, joven Shin. Necesitara toda la ayuda que pueda conseguir"-
Finalmente, la única opinión que no se había oído hablar, la del shogun, fue escuchada por todos.
"Como yo lo veo, esto requiere de un gran esfuerzo conjunto de muchos ángeles. Y ya que todos los aquí presentes se han involucrado de un modo u otro, ya no les queda mas remedio que terminar la labor"- y eso fue todo lo que aquel misterioso regente dijo, luego se llamo a silencio una vez más.
"Pues entonces ya esta todo dicho. Li Sun Shin, Shenay, Sanada Yukimura, Ludovic Borbon, Erstin Ho, Astaroshe Aslan, y Zelkova, ustedes siete, serán los encargados de recuperar el tomo del dragón oscuro, y detener a los que se encuentran detrás de esta conspiración. Ustedes, serán las siete garras del dragón"- sentencio el maestro.
“Pero antes de que partan, debo pedirles un favor, personal” tomo apresuradamente la palabra el shogun. “la joven Mirielle, como habrán notado, es blanco de numerosos peligros, y se que quizás sea mucho pedir, teniendo en cuenta la situación de su viaje, pero me encantaría que pudieran acompañarla hasta Germania, al palacio imperial de Umak”-.
Todos se quedaron atónitos ante ese pedido. Acaso aquel hombre no era conciente de lo que pedía? Que una pequeña y frágil princesa viajara en una cruzada peligrosa alrededor de medio mundo persiguiendo a dos terribles ladrones? “desde luego que yo también iré con ustedes, si deciden acompañarla” intento suavizar la reacción del grupo Phantas-Moon, después de notar las caras de total desaprobación de Shenay, Erstin y Ludovic. Li analizo la situación, y aunque no le agradaba la idea de tener que llevar a la niña en tan peligroso viaje, la ayuda de la Luna Plateada del Este no podía ser negada con tanta facilidad. Además, Li imagino que si el destino les había hecho cruzar caminos con la joven princesa, algún motivo oculto debiera de haber. Gaia, como suelen llamar a la madre creadora en las tierras del este, no pierde el tiempo con encuentros efímeros, ni caminos sin salida.
Ludovic presentía que perdería la discusión, por lo que finalmente cedió; “bien, vendrá con nosotros, pero queda bajo tu responsabilidad, Luna del Este, y mas vale que este en buena forma física. Por que mañana saldremos de cazaría . . .” con esta frase, y un tono lúgubre en su voz, Ludovic daba por cerrado el concilio.
Al día siguiente, sin perder tiempo, la comitiva salio antes que el sol con rumbo al oeste, hacia los puertos de Sol, preparados para la que sería la aventura mas grande jamás contada . . .

viernes, 14 de marzo de 2008

Capitulo 7 -Combate a media noche, Parte II-

El diario del viajero -Bah Shing Ze, 6 de septiembre del 923 P.G. -

Mientras tanto, el combate seguía en el suelo.

Los asesinos tomaban nuevamente posiciones de ataque, listos para matar o morir. En un par de segundos uno se lanzo contra Ludovic, obligándolo a retroceder contra la pared. El capitán germano se defendía lo mejor que podía, bloqueando los golpes de la katana con su escudo, y esperando una chance de contraatacar. Lo que parecía un combate de 6 vs. 6, de pronto se habían vuelto múltiples duelos individuales.
Del otro lado, Zelkova se enfrentaba al líder de los asesinos en un duelo encarnizado. Los golpes de los alfanjes eran desviados, o directamente fallaban, pero Zelkova no era lo suficientemente rápido como para aprovechar las aperturas que su oponente dejaba. Cada movimiento de un arma era cubierto por la otra, en una defensa perfecta. O eso parecía. Zelkova estaba conciente de la fortaleza de su oponente, pero también de su debilidad. Lanzando una seguidilla de golpes bajos, obligo al asesino a bloquear golpes y patadas, bajando su centro de gravedad. Al instante, un salto de Zelkova lo puso a la altura perfecta para darle el golpe final a su oponente. Sonrió. Sabía que había ganado.
Asta uso sus poderes sobre el aire, y lanzo un potente aullido que hizo volar por los aires a su oponente, estrellándolo contra una de las casas cercanas. Entonces se dio vuelta, preocupada por como le estaría yendo a su protegido. Giro a tiempo para ver como Zelkova saltaba sobre su oponente, confiado de su victoria. Y también a tiempo para ver como el asesino, hacía una pequeña, imperceptible para cualquiera, sonrisa. -"Zelkova, ¡¡¡NO, es una trampa!!!" -Fue todo lo que atino a decir, antes de que los dos alfanjes atravesaran el pecho de Zelkova. El hombre de negro saco sus espadas del moribundo ángel, y lo arrojo al suelo. Asta ahogo un grito de horror ante la escena que estaba presenciando, sin poder creer lo que veía.
Al tiempo que eso ocurría, Erstin se enfrentaba a su oponente en un impresionante duelo de velocidad. Seguir los movimientos de la otome coral era un verdadero desafío, aun para el hábil asesino. A pesar de eso, esta diferencia no logro desequilibrar el combate en favor de la joven dama. Logro acertar algunos golpes con su estoque, pero ninguno de ellos fue vital, y poco a poco, tanto movimiento comenzó a agotarla. El hombre de katana noto el relentizamineto de su oponente, y se decidió finalmente a tomar la ofensiva usando todo lo que tenia. Lanzando varias estocadas que Erstin apenas logro desviar, consiguió arrinconarla, y aprovechó la chance para envainar su arma. Erstin estaba confundida por este movimiento, e instintivamente bajo la guardia. Y eso era lo que aquel hombre buscaba.
Al instante desenvaino su arma con una rapidez increíble, describiendo un arco en forma ascendente que logro atrapar el brazo derecho de Erstin junto con su estoque. El arma se clavo en el suelo, y Erstin retrocedió, visiblemente herida. El asesino estaba orgulloso de su movimiento, pues había logrado con él derrotar a muchos adversarios en el pasado, y Erstin no fue la excepción. Aunque esta vez fue el quien bajo su guardia, olvidando completamente que la muchacha era una ángel, y no requería de acero para derrotar a sus rivales.
Se lanzo entonces decidido a acabarla, pero con un simple giro de la muñeca de la joven una potente corriente de viento levanto lo levanto por los aires, dándole tiempo a Erstin para recuperar su arma, y atravesar la frente de su rival con ella.
Del otro lado de la calle una esfera de fuego tomaba por sorpresa a uno de los asesinos, obligándolo a soltar su arma hirviendo, y dejándolo totalmente indefenso frente a una espala larga labrada, con el emblema de Germania en el mango, que le atreavesaba el pecho. Del grupo inicial de atacantes solo quedaban tres, y del grupo de angeles Zelkova yacía en el suelo, Asta estaba herida, y Erstin no podía usar su brazo derecho. Ludovic juzgo correcto acabar con al pelea cuanto antes pues alargar el combate solo resultaria desventajoso, y desafío entonces al líder de los asesinos, el mismo que había derrotado a Zelkova.
O eso creyó el asesino.
Detrás de aquel hombre vestido de negro, armado con sus dos alfanjes bañados en sangre, se levantaba una vez mas Zelkova. Pero esta vez era diferente. Debajo de sus pies un enorme círculo de magia brillaba con un resplandor enceguecedor. Los ojos de Zelkova parecían idos. Al tiempo que se elevaba en el aire, unas largas alas de dragón salieron de su espalda, comenzaron a salirle escamas en el torso, una larga y fuerte cola , y un par de cuernos en la frente. Por ultimo, su rostro cambio, y sus ojos de colores diferentes eran ahora ambos de un verde fluorescente.
Nunca olvidare ese momento. La transformación de un semi-dragón es algo realmente sorprendente, y a la vez, atemorizante.
Mientras tanto en las alturas, un combate más allá de todo los conocido se libraba. Phantas-moon, herida como estaba, tenía muchas dificultades para mantener el rito de la pelea. Eso sin mencionar que su oponente se veía ampliamente superior en todos los aspectos, tanto así, que yo no creo que habría podido vencerle aun si no hubiera estado herida. El hombre en mantos oscuros y rojos decidió terminar el duelo, viendo como un semi-dragón despertaba en el suelo, y temiendo que sus planes fueran arruinados por este.
Entonces lanzo una devastadora descarga de energía que envió a Phantas-moon de vuelta al suelo, y la estrello contra la posada en donde se había hospedado Asta y Zelkova. El viejo edificio se vino abajo en el acto, sepultado a la poderosa ángel.
El líder de los asesinos miro a su compañero más cercano, y se decidieron a atacar entre los dos a esta nueva amenaza. Haciendo una doble combinación de sus ataques, rodearon a Zelkova, y lanzaron golpes y estocadas en todas las direcciones posibles.
Ni uno de ellos siquiera rasguño la dura piel draconiana de Zelkova. Unos segundos después, ambos sujetos se hallaban en el suelo. Muertos.
A Li le costaba creer que aquel sujeto tan detestable pudiera ser descendiente de dragones. A tanto llegaba su capricho, que decidió que no quería perder contra el en esta pelea. Viendo al último oponente que quedaba, tomo una estrategia diferente a la de sus compañeros. Salto contra una pared, pico de nuevo en la otra, y gano una posición justo encima del asesino. Justo en su punto ciego. Pero aquel hombre no era idiota, y rápidamente adivino la treta. Se hizo a un lado para evitar la caída de Li, solo para darse cuenta que Shenay estaba ya a su lado. El hombre entendió entonces que Li solo había hecho una maniobra de distracción, y se maldijo a si mismo por ser tan ingenuo. Li y Shenay lanzaron ambos una patada giratoria a la vez, uno a la altura del estomago, y la otra a la altura del cuello. El asesino cayo de bruces, con el cuello y la columna rotos.
-"Bien, bien. Veo que no tuvieron demasiados problemas con esos seis." -dijo el hombre de túnicas que aun flotaba en el aire. La atención del grupo se dirigió hacia el, nerviosos y atemorizados.
¿Si Phantas-moon no había podido con el, podrían ellos seis lograr la victoria? parecía que habría que averiguarlo por las malas.
Li ya se estaba comenzando a acostumbrar a que todo fuera por esta vía últimamente.
-"Atrás, este no es un oponente que ustedes puedan manejar" se escucho una vos femenina de entre los escombros. Phantas-moon se hallaba otra vez de pie y con ánimos de pelear. Pero no mucho más que ánimos, y los ánimos solos no vencerían a este enemigo.
-" Tranquila, no veo motivos para continuar el combate con esas heridas suyas. Después de todo, ya obtuve lo que quería. Será un placer volver a bailar con usted, si tanto lo desea, Dama de la Luna."- continuo aquel hombre. Entonces, su mirada se desvió de Phantas-moon, a Li, y luego a Zelkova.
-"Estoy esperando mucho de ustedes dos también, elegidos. Espero que me muestren un mejor espectáculo que el de hoy, la próxima vez. Hasta pronto." Dicho eso, desapareció entre las sombras, para dar paso nuevamente al resplandor de la luna.
Todos se sintieron aliviados con su partida. Incluso Ludovic, orgulloso como era, tuvo que admitir, para su disgusto, que estaba aliviado de no haber tenido que pelear contra aquel sujeto.
Después de la retirada del extraño hombre, una luz dorada envolvió a Zelkova, quien regreso a su apariencia humana, y se desmayo al instante. Estaba muy malherido, y perdía mucha sangre. Además, todo ese alboroto había llamado la atención de los vecinos, quienes habían alertado a los guardias de Bah Shing Ze. De entre las sombras de la noche se escuchaban los pasos de un buen número de personas, probablemente 20 o 25, pensó Erstin. Al salir a la luz del callejón, el grupo pudo apreciarlos. Era una guardia de defensa de Bah Shing Ze, pero lo que mas llamo la atención de aquellos no acostumbrados a esta ciudad, fue la aparición de una pequeña, quien se puso por delante del grupo. La muchacha tenía los ojos cerrados, pero no parecía tener problemas para saber donde estaba cada cosa. Se mantuvo firme durante un minuto sin pronunciar palabra, en un silencio que parecía pesar tanto como el oro de los salones del tesoro en Anrhor.
Finalmente hablo. -"Soy la genérala de la tercera división del reino Shuan, Toph Mei Fong. Todos ustedes tienen muchas explicaciones que dar."-
Ludovic, Erstin y Asta se quedaron boquiabiertos. La niña no parecía tener mas de 12 años, ¿como podía ser una generala?
Toph giro su cabeza hacia donde estaba Zelkova. -"Y las darán . . . Pero en el palacio real, una vez hallamos curado sus heridas."
"Andando".
Li no se atrevió a cuestionar las palabras de la pequeña. Además, era cierto que debían curar sus heridas, ¿que tal si mas de aquellos hombres aparecían a atacarlos? Li dudaba que pudieran repeler un segundo embate. Y también quería oír la versión completa de la historia, quien era ese hombre de túnicas, y como sabia su identidad. Eso sin mencionar que el otro ángel, aquel joven irritante, era el otro elegido de los dragones, el enviado de Lurar. ¿Simple coincidencia? Li descarto la idea de inmediato. Nada en este mundo ocurría por coincidencia.
Entonces comenzó a preguntarse adonde lo llevaría este nuevo camino, que estaba por recorrer . . .

viernes, 22 de febrero de 2008

Capitulo 6 -Combate a media noche, Parte I-

El diario del viajero -Bah Shing Ze, 6 de septiembre del 923 P.G. -

Asta había perdido ya la paciencia. Zelkova había salido "a dar un paseo" hacia mas de 3 horas ya, y aun no mostraba señales de volver. Y eso a pesar que Asta le advirtió que no se demorara, ya que la cena en la posada era a las 10 en punto. En esos momentos, ella pensaba en cual seria el castigo mas apropiado para su joven protegido, mientras se vestía con sus túnicas de ángel, tomaba sus pertenencias, y se alistaba para salir. Pero el escándalo que se escuchaba en la calle interrumpió sus pensamientos, una chica gritando, sonidos de golpe de espadas, y . . . ¿era esa la voz de Zelkova? Los oídos de la muchacha rara vez la engañaban, por lo que de un salto se poso sobre su ventana, y vio lo que ocurría, ¡un hombre vestido de negro desenvainó un alfanje, y se proponía asesinar a la princesa germana! Pero no si la intrépida Astaroshe Aslan tenía algo que decir al respecto. Calculo el viento, y con la oscuridad de la noche como aliada, desenvaino sus katares, lista para saltar sobre aquel hombre misterioso, y acabar con el al instante. Pero entonces lo oyó, un silbido tan agudo y potente, que la hizo tambalearse en la ventana, perdió el equilibrio, y finalmente cayo al suelo, desafortunadamente para ella, con el rostro. Y así termino su ataque sorpresa.

Zelkova no podía creer a sus ojos. La sangre se esparció como una lluvia por toda la calle, manchando la ropa de la princesa, la del asesino, la suya propia, y también, la de Phantas-Moon. La protectora de la princesa yacía en el suelo, de rodillas, con un profundo corte a lo ancho de toda su espalda, y su tunica desgarrada. La joven Mirielle observaba la escena, horrorizada, tanto por el intento de homicidio, como por ver a su guardiana y mejor amiga, desangrándose. Zelkova también estaba atónito, ya que no había visto ni sentido la presencia de Phantas-Moon, pero a diferencia de la princesa, el era un guerrero, y estaba mucho mas acostumbrado a los combates y la sangre. En cuestión de segundos se interpuso entre el hombre de negro y la princesa, tomo posición de combate, y se preparo a defender a la muchacha, hasta la muerte. Pero una vez mas el hombre de negro estaba un paso por delante.
Antes que Zelkova lo notara, seis sujetos igualmente vestidos al asesino lo rodearon. ¿Que chances podía tener el en un siete contra uno? A los angeles poco les importan los números en las batallas, y aunque Zelkova no era la excepción, esta vez si parecían relevantes. El hombre que había asestado el primer golpe desenvaino otro alfanje, y el que estaba exactamente detrás de Zelkova hizo lo mismo.
-"Hay no . . . estilo de espadas gemelas, como lo detesto"- bufo Zelkova. De todos los combatientes, el de armas gemelas era el mas molesto, irritante, y desesperante que Zelkova había enfrentado, y ahora eran dos. Sin pronunciar una sola palabra los dos hombres se lanzaron contra Zelkova, mientras sus otros compañeros desenvainaban katanas, y se preparaban para darle el golpe de gracia a la princesa, Phantas-Moon, y a Asta.
Y así como el destino se había burlado de Zelkova durante todo el día, esta vez la caprichosa dama de los Seiren decidió sonreírle. Se escucho un silbido en el aire, pero diferente al que había usado el asesino. Al instante, uno de los hombres con alfanjes gemelos cayó al piso, muerto. Supongo que eso es natural. Cualquiera moriría si una flecha le atravesara el corazón de lado a lado.
Zelkova y los hombres que aun estaban con vida giraron sus cabezas, y ahí estaba, imponente y arrogante, arco en mano, Ludovic Borbón, Capitán de Germania. Uno de los hombres yacía muerto, y aunque ver a Ludovic aliviaba a Zelkova, el combate aun era seis contra dos, y creo que todos sabemos lo que eso significa.

Erstin y su grupo aun corrían a toda marcha, Erstin persiguiendo al insolente rufián humano, y Sanada, Li y Shenay persiguiendo a Erstin. Aunque la muchacha estaba muy molesta por lo ocurrido, comenzó a atar cabos rápidamente. La prisa de un soldado germano de alto rango, la visita de una importante miembro de la familia real de Windam, el silbido que sus compañeros no pudieron oír en medio de la noche, y los sonidos de combate que había comenzado a oír desde hacia medio minuto atrás, todo conducía a una sola respuesta. Había un combate adelante, y probablemente, la princesa estaba envuelta en el. Este no era particularmente un asunto de Erstin, pero ella era una otome, o al menos lo seria en el futuro, y no podía permitir el asesinato de una jovencita, sobre todo el de una que creara un conflicto bélico entre Germania y Shuan.
Todos sus compañeros eran rápidos, y aunque Shenay y Li eran dos monjes, Erstin era por mucho mas rápida que ellos, y no tarde mas de medio minuto en llegar a la escena.

Ludovic comprendió al instante que su ataque sorpresa había tenido éxito, pero también que no podría hacerle frente a tres oponentes armados con katanas, defendiéndose con un arco. Con dos movimientos de sus muñecas tiro el arco al suelo, tomo su escudo y desenvaino su espada. El, que había luchado mil batallas y salido victorioso de ellas, que había enfrentado humanos, bestias e incluso demonios, y los había enviado de vuelta al infierno, el que se erguía orgulloso como la espada de su emperador, ahora veía como lo habían acorralado como a un animal, y entonces abandonó toda esperanza de sobrevivir. Pero la princesa dependía de el, y aun si Zelkova y el debían caer, si la muchacha lograba sobrevivir, Ludovic podía morir satisfecho. Rendirse no era una opción.
Pero así como el sol en el horizonte espanta la oscuridad y trae nuevas esperanzas, el curso de la batalla estaba a punto de cambiar otra vez, con la llegada de nuevos amigos.
Los tres hombres con katana se lanzaron contra Ludovic, atacándolo por sus flancos, y el frente. Al instante, de uno de ellos broto sangre como un manantial, y el hombre retrocedió espantado. Detrás de el, apareció Asta, con su katar bañado en sangre. Los ataques por sorpresa parecían su especialidad. Y Phantas-Moon, herida y todo como estaba, se levanto, encendió su aura, tomo su báculo y los asesinos retrocedieron. Ninguno de ellos estaba lo suficientemente loco como para atacar a la Luna Plateada del Este, aunque ésta estuviera herida.

El grupo de Li había alcanzado a Erstin, y ahora contemplaban la batalla. La princesa estaba en el medio, pero no sabían quien peleaba contra quien. ¿Quien defendía a la muchacha? Li pudo reconocer al menos a los angeles en ese combate. El artemarcialista era el mismo que había visto esa tarde, y por quien había sentido repulsión. No lo complacía ayudar a ese sujeto en lo absoluto. A su derecha estaba la otra mujer que había visto con la princesa, quien a pesar de estar cubierta de sangre, rivalizaba en belleza con Erstin. Los otros dos eran fácilmente reconocibles: uno era el hombre que había empujado a Erstin al suelo, y la otra era Phantas-moon. Aun en estas lejanas tierras, Li había oído hablar de la princesa de los werefox, la gran Luna Plateada del Este.
No había tiempo para pensarlo mucho, por lo que Li se lanzo a la carga, y rogó por que Meistos guiara sus puños en la dirección correcta. Y tan rápido como decir "contraataque", Erstin, Sanada y Shenay rodearon a los atacantes, quienes ahora se veían en inferioridad numérica.
De pronto una sombra oscureció todo el lugar, y la luna desapareció en la noche. Un escalofrío recorrió el cuerpo de cada uno de ellos, y supieron que el mal se acercaba. Un hombre con vestimentas de color negro, rojo y violeta hacia su aparición de entre las sombras, flotando sobre todos ellos.
Sin dudar, Phantas-Moon levanto vuelo, y se dirigió de frente contra el nuevo enemigo . . .

jueves, 21 de febrero de 2008

Capitulo 5 -Múltiples Persecuciones-

El diario del viajero -Bah Shing Ze, 6 de septiembre del 923 P.G. –

Sin perder ningún tiempo, Li y sus compañeros decidieron continuar con su plan original, ir al muelle, y luego buscarían la manera de salir de la ciudad. Las murallas selladas parecían infranqueables, pero como siempre, nada desanimaba al joven Li, y Sanada parecía más que contento con el desafío de romper la defensa perfecta. Se alejaron por el camino del sur, diferente al que habían usado la última vez, en dirección a los puertos. Este camino llevaba a los puertos a través de la zona de mercenarios, y no usando el camino de los comerciantes, de modo que estaban rodeados de murallas, torres de defensa, miradas poco amigables y guardias por doquier. El viaje les tomo alrededor de dos horas, ya que los puertos estaban lejos del centro de la ciudad, y ellos iban lentamente, siendo cuidadosos de no llamar la atención, tarea nada fácil teniendo a alguien tan llamativo como Erstin de acompañante.

Ludovic no estaba interesado en participar de la reunión entre la joven princesa y el shogun, el consideraba estas reuniones de cortesía como una hipocresía intolerable, y aun si hubiera querido ir, era poco probable que lo dejasen entrar. De toda la comitiva que había salido de Germania, solo a los nobles de más alto rango se les había permitido la entrada, y de los guardianes de la princesa, Phantas-moon era la única que había accedido al salón central, probablemente gracias a la sangre azul que corría por sus venas.
Sin demasiado que hacer hasta que la reunión terminara, Ludovic decidió recorrer el palacio, y matar el tiempo del único modo que podía, dando vueltas, y revisando que nada estuviera fuera de lugar. Y como solía ocurrir cuando el revisaba, algo estaba fuera de lugar. Le costo un poco, pero pudo divisar a una figura encapuchada, algo pequeña para ser un asesino o un saboteador pensó, pero muy escurridiza, un espía quizá. Con un par de movimientos rápidos Ludovic alcanzo al misterioso invasor, y logro cortarle la retirada, cuando se dirigía a las paredes externas del jardín lateral del palacio. -"La gente que visita el palacio, ya sea para entrar o salir, suele usar las puertas. A menos que no sean bienvenidos . . . como parece ser tu caso"- La figura retrocedió un par de metros, Ludovic apenas alcanzo a intentar atraparlo, pero solo logro quitarle la capucha, descubriendo su rostro. -"Hay por favor, tiene que ser una broma"-, fue lo único que atino a decir Ludovic cuando la princesa, vestida con ropas de plebeyos, y una capucha marrón que le cubría de pies a cabeza, hecho de pronto a correr sin decir mas. Para ser una princesa, era bastante rápida, y pronto puso distancia entre ella y Ludovic, saltando la muralla exterior del jardín izquierdo del palacio, en dirección a la plaza de mercados de la ciudad.

Luego de separarse de la comitiva de la princesa, Zelkova y Asta se dirigieron sin perder tiempo a las puertas del templo de Meistos, concientes de que cada minuto podía ser vital en su búsqueda de respuestas.
-Alto, ¿quien va?- pregunto uno de los guardias de la puerta principal, un hombre alto, de aproximadamente unos 40 años, y con una larga tunica negra, adornada con runas doradas. -Mi nombre es Zelkova, soy un ángel de Galuen, y vengo en busca de consejo del Gran Maestro, por asuntos de suma importancia. Esta es mi tutora y acompañante, Astaroshe Aslan.
El guardia miro al otro, y luego volvió a ver a Zelkova, con un rostro de desaprobación. -La entrada al templo esta prohibida para cualquier ajeno a este desde hace días, lo lamento, pero tendrán que volver por donde vinieron.
-¿Cerrada? ¿Podrá saberse es el motivo noble monje?- pregunto Asta, previendo la respuesta, ya que solo buscaba confirmar sus sospechas.
-Un objeto de gran valor histórico y espiritual fue robado hace días, y mas no diré, ya que no les concierne. Retírense ahora- Zelkova hizo un gesto de seguir la discusión, seguro de que podría convencer al hombre de dejarlos pasar, pero Asta lo detuvo, ya que la respuesta del monje, junto con su semblante serio y severo, no dio lugar a mas replicas, y continuar solo dificultaría mas la situación. Entonces, con el sabor amargo de haber estado tan cerca y a la vez tan lejos, se retiraron a la zona de posadas de la ciudad, en busca de un lugar donde esperar, hasta que la entrada al templo se re abriera. De cualquier manera la ciudad estaba sellada, y aun si quisieran, no podrían ir a ningún lugar.

Al llegar a la zona de los puertos, el grupo se separo en dos: Li, Sanada y Shenay se dirigieron a una taberna de marineros, en busca de alguna pista sobre el destino del barco usado por Horen y Arial para escapar, y Erstin fue a una taberna diferente, mucho mas "viva", por así decirlo, un refugio de piratas. Quiéranlo o no, hay que aceptarlo mis amigos, los piratas serán sucios, ladrones, cerdos y cosas peores, pero nadie como ellos sabe que ocurre o deja de ocurrir en los 7 mares. En eso estaba haciendo su apuesta Erstin, y mucha razón tendría diría yo, pero quizá olvido el pequeño detalle de que una otome como ella, podría no ser muy bienvenida en ese antro de criminales. O tal vez si, dependiendo de cuando haya sido la última vez que hallan estado con una mujer, si saben a que me refiero. Pero Erstin no era una niña indefensa, sino una ángel manipuladora del zen-aire, miembro de la orgullosa raza de los altos humanos procedentes de Tirling, y eso tenía que valer de algo.
Su recepción fue mejor de lo esperado: indiferencia.
Se acerco al tabernero, y pidió una copa de licor suave. El tabernero la sirvió, no sin antes mostrar una cara de asombro e incredulidad ante la desfachatez de su hermosa cliente. -" Disculpe mi pregunta jovencita, pero . . ."- el hombre no termino la frase que Erstin ya tenia su respuesta lista, -"Busco a dos angeles, huyeron en barco hace 3 días, y creí que podrían saber algo aquí".
"Veo angeles en barcos todo el tiempo mi señora, no sabría decirle nada a menos que me de mas detalles de ellos"- contesto, y aunque Erstin no vio mentira en sus ojos, no pudo evitar creer que en este lugar le escondían algo, sin embargo, no tuvo tiempo de averiguar mas.
-"¿Póker de ases? ¡Es la tercera vez! ¡Maldito tramposo, te matare!- el grito venia desde una mesa en la derecha, y la gresca no tardo en armarse. Los piratas, ebrios y buscando pelea como siempre, comenzaron a arrojarse todo cuanto pudiera ser arrojado que tuvieran a mano. Erstin misma tuvo que involucrarse, arrojando por los aires a unos cuatro o cinco ilusos que creyeron que podían divertirse con una "pequeña y linda damita", como ellos la llamaron. Nada molesta mas a un alto humano, que un miembro de la baja raza, como ellos nos llaman, le diga que es pequeño.
-"Espero que los demás tengan mejor suerte que yo"- pensó Erstin, mientras otro de aquellos ladronzuelos volaba por los aires.

En la otra taberna, la suerte parecía sonreírle a Li, ya que había logrado acercarse a la mesa de Sir Elric, un famoso y acaudalado marinero, dueño de una flota entera, viejo lobo de mar. De lo que Li pudo contarle, y lo que aquel hombre sabia por si mismo, el barco era de bandera Anrhorí, y no había muchos lugares donde un barco Anrhorí de refugiados pudiera atrancar, mas que la tierra de los libres misma.
Al salir de la taberna y encontrarse con Erstin, ya era casi de noche, y el grupo decidió regresar al templo, y buscar una manera de atravesar la muralla, el ultimo obstáculo en su persecución, ahora que sabían hacia donde iban Horen y Arial.

Asta se había retirado para tomar un baño antes de la cena, por lo que Zelkova salio a dar un paseo por la plaza de mercados antes de que la cerraran. Quien sabe, quizá encontraría alguna oferta o un objeto raro y valioso. Pero lo que encontró supero sus expectativas más amplias.
¡La princesa Mirielle en el mercado, sola, y con ropas de plebeyo! Esto olía a una travesura de la jovencita, por lo que Zelkova decidió seguirla y ver adonde se dirigía, cuando se topo con Ludovic, en plena carrera. El encuentro causó tanto alboroto que Mirielle se percato de que era seguida, y nuevamente hecho a correr, esta vez en dirección al centro de la ciudad. El joven capitán germano explico lo ocurrido a Zelkova, quien decidió ayudarlo a detener a la adolescente fugitiva.
La diferencia de velocidad entre la princesa y Ludovic le había permitido a esta perderlo durante un buen rato. Pero no así a Zelkova, quien menos equipado, y mucho mas ágil, no tardo en dejar atrás al capitán germano, en su persecución de la jovencita.

Li, Sanada, Erstin y Shenay volvían con un gusto amargo al templo por el camino central de la ciudad, cuando, para empeorar el mal humor de Erstin, Ludovic paso a su lado como un rayo, arrojándola al piso. ¡Y ni siquiera le pidió disculpas, mucho menos ayudarla a levantarse! "¡Humanos insolentes! ¿Que no saben con quien tratan?- grito Erstin, olvidando que su linaje era un secreto. Ella no había tenido un buen día, ¡y ahora esto! ¡Su robe favorito estaba cubierto de barro por culpa de aquel rufián!
Pero esto no iba a quedarse así, claro que no. Antes de que Li pudiera decir algo para calmarla, Erstin salio tras Ludovic como una tempestad, y quien sabe que le habría hecho de alcanzarlo en ese momento. Si algo molesta más a una alto humana que le digan que es pequeña, es que arruinen su vestimenta favorita. Y una alto humana ofendida puede ser un enemigo más implacable y temible que un ejército de orcos de las montañas del sur, de eso doy fe. Sanada, Li y Shenay corrieron tras ella, no sabiendo si para ayudarla a darle una lección a aquel hombre descortés, o para evitar que la joven aprendiz de Otome le diera alcance a su perseguido y salvarle la vida. Entonces fue cuando Erstin escucho un silbido muy potente, pero en una frecuencia tan alta, que la hizo tambalearse y hacer al suelo. Aparentemente, solo ella pudo escucharlo, ya que los otros tres no sintieron nada extraño.

Zelkova estaba cansado de perseguir a una adolescente irresponsable por toda la ciudad, cuando de pronto vio algunos metros mas adelante que la princesa se detenía, y creyó que por fin se había rendido. Pero lo que vio un segundo después le helo la sangre. Una figura de negro estaba frente a la princesa, y Zelkova vio claramente el brillo metálico del reflejo de la luna en la mano de aquel hombre, y corrió. Corrió tan rápido como pudo, pero la distancia era demasiada, el golpe del hombre de negro llegaría antes que el. Mientras el alfanje cortaba el aire, Zelkova se pregunto por que había tanto odio y muerte innecesaria en el mundo . . .

jueves, 31 de enero de 2008

Capitulo 4 –La princesa de Germania-

El diario del viajero -Bah Shing Ze, 6 de septiembre del 923 P.G. –

-“Imposible”- Fue la primera palabra de Li al conocer la verdad sobre la que, desde ese momento, seria su nueva compañera en la búsqueda del antiguo libro.
La cara de asombro de Li era idéntica a la de Sanada, dos días atrás, al sacar a Erstin del mar. E idéntica también a la de todos los monjes, aprendices y sabios del templo de Meistos.
-“Sorprendente, sin lugar a dudas, pero es la verdad, joven Shin.”-Respondió el Gran Maestro. -“No hay dudas que esta joven es miembro de la raza de los Altos Humanos”-.
¡Un alto humano! Eso explicaba su belleza, su porte y su presencia tan especial.
-“Creí que se habían extinguido en la guerra de las mil lunas, parece increíble ver a uno”- comento escéptico Sanada.
-“Lamento haberles ocultado mi procedencia, pero recibí ordenes de mantener el mas alto nivel de discreción posible”- replico Erstin ruborizándose, avergonzada por ser el blanco de las miradas de una multitud entera.
-“No se preocupe por eso señorita Ho, ni una sola palabra saldrá de la boca de ningún humano en este templo. Bien, eso aclarado, El joven Yukimura me ah informado de los sucesos mientras dormían . . .” el Gran Maestro era conocido por ser un hombre sincero y directo, aun cuando no a todos les gustara oír la verdad, y este era uno de esos casos. Los tres ángeles bajaron su mirada, avergonzados por el fracaso de su misión.
“Mas no es demasiado tarde aún. Si lo que Yukimura me ha dicho es cierto, los fugitivos no pueden haber cruzado aun el territorio Shuanés, por lo que perseguirlos aún es posible. Y ya que la inusualmente poderosa, y misteriosamente oportuna -se notaba el tono sarcástico en la voz del maestro- tormenta, no os permite ir por barco, deberán averiguar hacia donde se dirigen, y perseguirlos por tierra hasta su puerto destino, aunque me temo que eso tampoco será sencillo, dadas las condiciones actuales."
"Muy bien, Shenay! Acercate mi niña."-al decir esas palabras, una mujer de un poco menos de 30 años se acerco al grupo, mirando a todos algo preocupada, sobre todo a Li. Tenia su cabello atado en la parte de atras con una cola de caballo, y el resto de su cabeza, rasurada, como el resto de los monjes. Vestia una tunica similar a la de Li, y tenia un par de abanicos de hierro, que usaba como sus armas. Esta, era la Si Fu de Li, la que lo había guiado y le enseño todo lo que el joven monje sabía.
"Acompañaras a tu pupilo a partir de ahora, y esta será misión: deberás protegerlo y guiarlo en todo momento, ya que necesitaran tu ayuda ahora más que nunca. Probablemente esos dos también planearon esto . . .”-
Los tres se miraron con incertidumbre, ya que no entendían de qué hablaba el Gran Maestro. Era en verdad un hombre misterioso. Mas Li estaba feliz de que su antigua maestra se volviera una nueva compañera en su viaje, y después de su último enfrentamiento con Horen y Arial, comprendió que realmente necesitarían toda la ayuda posible.
Ya que el tiempo apremiaba, decidieron ir de inmediato nuevamente al puerto, en búsqueda de algo que no les haya sido posible ver en la oscuridad de la noche, o en la esperanza de que Horen y Arial hayan dejado atrás algo que delate su curso.
Al salir del templo, escucharon un gran tumulto, y vieron lo que parecía un desfile real. Entonces comprendieron a lo que se refería el Gran Maestro. Por causa de la visita de una princesa Germana, la ciudad sellaría sus murallas durante la estadía de la joven miembro de la familia real, imposibilitando la entrada de gente a Bah Shing Ze, y peor aun para ellos cuatro, la salida . . .

-1 hora antes-

En las afueras de los imponentes muros de la capital del Reino de shuan, se hallaban dos figuras, fatigados por lo largo de su viaje y lo adverso del clima, pero mas aun por que veían como sus esperanzas de entrar en Bah Shing Ze se desvanecían al tiempo que uno de los guardias de las puertas les prohibía el acceso, bajo la excusa de que la ciudad estaba sellada por la visita de una princesa germana.
Desanimados, cansados y hambrientos, emprendían el retorno a sus hogares, cuando se cruzaron con el motivo de sus disgustos.
Una larga comitiva germana, de al menos unas 100 personas entre la escolta real, sirvientes, mercaderes, algunos nobles y adinerados hombres de Germania, y otras figuras de escaso interés para nuestra historia se cruzaron en el camino de los dos viajeros. Este hecho no paso desapercibido a los ojos de la joven Mirielle Astrain Vilfas de Gerlón, princesa de Germania, y heredera del trono de Windam. La jovencita vio como las dos figuras se alejaban de la ciudad arrastrando sus pies, y de tan buen corazón como era (o eso es lo que ella solía decirle a todo con quien se cruzara), los llamo, y les solicitó que se unieran a su comitiva, prometiéndoles que así lograrían entrar a la ciudad sin problemas, no sin antes tener que convencer a sus dos escoltas principales, quienes se negaban a permitirle a dos extraños acercarse a su protegida.
Encantados con este afortunado curso de eventos, ambos viajeros agradecieron profundamente, mostraron sus buenos modales, y se unieron a la comitiva de la joven princesa.
Al unirse a ellos hicieron sus presentaciones, ya que consideraron que dar su identidad era lo menos que podían hacer para agradecerle a quien había devuelto la esperanza a su largo viaje.-“Su alteza real, mi nombre es Zelkova, un ángel de Galuen, en la república de Anhror. La persona que me acompaña es . . .” -“Astaroshe Aslan”- lo interrumpió la otra joven.
“Ya que nos han dicho sus nombres, juzgo correcto decirles los nuestros. Yo soy Mirielle Astrain Vilfas de Gerlón, princesa de Germania, y heredera del trono de Windam, y estas dos personas son mi escolta personal. A mi derecha, la famosa ángel Phantas-Moon”-
“Y yo soy el Capitán Ludovic Borbón, hijo del gran General Franz Borchg Borbón, sirviente fiel de mi patria Germania!”- dijo con in gran ímpetu el hombre.
Phantas-moon se veía imponente, vestida con una túnica brillante blanca, con bordados dorados y un par de largos ribetes en forma de alas, un par de botas a tono con su túnica, una pollera azul, marcada con runas, y portando un báculo de su mismo tamaño terminado en forma de luna. Tenía hermosa cabellera rubia, a la altura de su cuello, atada con un prendedor en forma de media luna, ojos marrones, y un extraño par de orejas de zorro. Es la primera vez que había visto en persona a un miembro de la raza de los Werebeast, mas precisamente una Werefox. Era sin duda hermosa, pero a la vez, alguien con quien no se quiere hacer enemistades.
Por otro lado, Ludovic estaba vestido con la túnica de los ángeles del ejército germano, poseía varios accesorios de fina manufactura, que mostraban su condición de noble, un escudo brillante en su espalda junto a su espada labrada, probablemente una ofrenda de rendición de algún pueblo conquistado en el pasado. El aspecto mas notorio de este, era que tenia un ojo verde, el izquierdo, y el derecho era rojizo amorronado. Sabe Gea el motivo de tal diferenciación.
Mientras la procesión real se acercaba a Bah Shing Ze, los dos viajeros se preguntaban que les esperaría adentro de la ciudad impenetrable, aquella que había sido un fuerte inexpugnable durante los tiempos de la antigua gran guerra, orgullo de la humanidad, y de la que tanto habían oído hablar, pero tan poco sabían en realidad, fuera de mitos y leyendas. A la media hora de unirse a la procesión, el grupo llego a la puertas gigantes de piedra, las cuales, para el asombro de todos quienes nunca antes habían visitado la ciudad, (entre los que debería incluirme), se abrieron como por arte de magia, o mejor dicho, por arte de Zen-tierra.
Al entrar en la ciudad, los jóvenes quedaron maravillados por su belleza. Había edificios de varios pisos, todos tallados finamente en piedra, pero también había muchas plantas, jardines hermosamente decorados, estatuas imponentes y fuentes hermosas, producto de la más hábil ingeniería con la piedra. Se podía notar la conexión de la ciudad con la tierra, y con la naturaleza, todo esto era la gran Bah Shing Ze. Y no era poca cosa.
La comitiva entro en la calle principal de la ciudad, y comenzaron los festejos por doquier. De todos los balcones llovía serpentinas, se escuchaban trompetas y clarinetes, los bardos callejeros cantaban sus mejores canciones e historias, y los malabaristas y músicos de la princesa iban al frente, realizando peligrosas proezas, divertidos malabares, o asombrosas piruetas, al compás de lo que eran sin dudas, una fiesta andante como no se había visto en algún tiempo en Bah Shing Ze.
Este desfile esplendoroso continuo durante aproximadamente dos horas, mientras la comitiva cruzaba la inmensa ciudad, camino al palacio del Shogun, donde recibirían la bienvenida del gobernante de Shuan y su familia.
Sin embargo en el camino había mucho que recorrer, y Bah Shing Ze estaba llena de sorpresas. Sorpresas como la que se llevaron los dos viajeros al cruzar por las puertas del Templo de Meistos, ubicado prácticamente en el centro de la ciudad, al ver a cuatro jóvenes ángeles mirando el desfile, pero no con alegría como los demás, sino con decepción, y frustración. Mas extraño aun fue cuando las miradas de uno de ellos se cruzo con la de Zelkova, e inmediatamente ambos sintieron un profundo desagrado el uno por el otro, aun sin que ninguno de ellos supiera exactamente el por que de tal reacción.
La procesión continúo avanzando hasta finalmente llegar al palacio. Ludovic se despidió momentáneamente del recientemente formado grupo, aduciendo que tenia sus propios asuntos que atender, y que estaría de vuelta al anochecer.
El día había sido largo y cansador para Zelkova y Asta (como ella prefería que la llamaran), pero aun tenían mucho que hacer, por lo que, ya habiendo cumplido su objetivo de entrar en la ciudad decidieron no perder tiempo, se despidieron ellos también de la princesa y Phantas-moon, y fueron al templo de Meistos, a resolver los asuntos que los habían traído hasta el otro lado del mundo . . .

lunes, 28 de enero de 2008

Capitulo 3 -La primera derrota-

El diario del viajero -Bah Shing Ze, 4 de septiembre del 923 P.G. -

Por la mente de Li cruzaban miles de preguntas sin respuesta. ¿Quienes eran? ¿Por que querían el tomo? ¿Acaso trabajaban para alguien en particular, o eran simples ladrones? ¿ y si era así, quien se atrevería a robar algo de tanta importancia?
Li tendría que hacer un largo viaje para obtener esas respuestas, las cuales no iban a gustarle.

Tan súbito como el estallido de la tormenta, el combate dio comienzo, con Horen iniciando las hostilidades. De un solo salto bajo de la proa del barco hasta donde estaba Li, y comenzó a hostigarlo con repetidas sucesiones de golpes en distintos ángulos con tal velocidad y precisión, que Li apenas podía atinar a esquivarlos o desviarlos con sus mitones.
Sin perder tiempo, Arial realizó unos movimientos con su mano libre, y Erstin sufriria las consecuencias. La joven ángel podía sentir que su cuerpo se volvía más pesado a cada segundo, como si tuviera que soportar una carga de varios kilos, hasta el punto en que no podía ya moverse.
La situación no se veía nada favorable, hasta la oportuna intervención de Sanada, quien no estaba dispuesto a perder la recompensa que el Gran Maestro había prometido darle si cumplía su misión. Con la mirada fija en su objetivo, Sanada lanzo una de sus flechas encantadas con un poderoso torbellino de viento, la cual impacto directo en su objetivo, el brazo izquierdo de Arial, desestabilizando a la mujer y liberando a Erstin del ataque.
Ese fue el comienzo de la recuperación.
Distraído por el daño que había recibido su compañera, Horen ralentizo su movimiento unos pocos segundos, pero suficientes para que Li pudiera desviar su cimitarra izquierda, y asestarle un potente golpe en el rostro. Horen voló por los aires, y entonces recibió el segundo impacto, una patada descendente de Li que lo hizo estrellarse contra el suelo, dejándolo inmovilizado por el dolor, y seguramente por los huesos rotos.
Arial, recuperada del ataque de Sanada, lanzo un nuevo hechizo contra este, que literalmente lo hundió en el suelo bajo una potente fuerza gravitatoria, y aunque había derrotado a 1, ahora debía enfrentarse a dos oponentes, y era para ella para quien la situación ahora se veía poco favorable. Sabiendo que no podría hacerle frente a los dos a la vez, Arial escapo hacia la cubierta inferior. Erstin y Li se miraron mutuamente, y no dudaron en abordar el barco y lanzarse en su persecución.
Pero sus cálculos fallaron por que pensaron que habían logrado acorralar a su oponente, y bajaron su guardia. En cuanto entraron en la cubierta, ambos fueron tumbados por un tercer atacante desconocido, y hasta aquí llega el relato que ellos han contado.
Luchando con todas sus fuerzas, contra el piso que lo aprisionaba, y contra las heridas recibidas, Sanada se lanzo al agua al ver como sus compañeros eran arrojados inconcientes al mar, mientras el barco zarpaba, yéndose fuera de su alcance.
Cuando volvió del agua con sus compañeros a cuestas, Horen había desaparecido.
Luego de eso, haciendo acopio de sus últimas energías, llevo a los 2 jóvenes inconcientes hasta el templo, con la vergüenza de la derrota a cuestas, su orgullo como ángel herido, y la esperanza de que su venganza contra aquellos dos no estuviera lejana.
Pero para eso, tendría que esperar algún tiempo.

miércoles, 23 de enero de 2008

Capitulo 2- El muelle y la tormenta-

El diario del viajero -Bah Shing Ze, 4 de septiembre del 923 P.G. -

-“Los humanos están agitados. El templo de Meistos parece haber sido atacado, y puedo sentir la intervención de una energía maligna. Averigua que ah sucedido allí, y de ser necesario, tienes autorización para involucrarte. Nuestro oráculo no ha podido ver aun el futuro, pero no hay dudas de que si no intervenimos ahora, podría ser demasiado tarde . . .”- Decía la voz de un hombre anciano.
Mientras la misteriosa mujer recorría la ciudad amurallada, los dos jóvenes se separaron para visitar las puertas del templo y la ciudad, diferentes tabernas, posadas y alojamientos, en búsqueda de alguien que pudiera aportar alguna información sobre los que se habían infiltrado al templo el día anterior.
Si fue una simple casualidad, un capricho de los dioses, o un avatar del destino, la verdad es que Sanada nunca lo supo. De alguna manera, esos dos estaban atados por el hilo rojo del destino, el cual los guió a ese encuentro. Hermosa como un diamante, y delicada como una rosa, la muchacha se presento ante Sanada con una cortes reverencia, una de esas que los miembros de la nobleza usan para saludarse entre si. De aproximadamente 1.69m, cabellos dorados, y unos grandes y redondos ojos verdes, Sanada definitivamente no recordaba haberse involucrado con una dama como ella jamás.
-“Erstin Ho, ese es mi nombre. Que hay de usted, noble angel?”- pregunto con un tono amable.
-“Yukimura Sanada, y si perdona mi impertinencia, me interesa mas saber que desea de mi, que quien es”- Los años le habían enseñado a Sanada a desconfiar de saludos viejos y amigos nuevos.
-“Oh claro, sepa disculparme”, respondió la joven. Fui contratada como investigadora sobre los acontecimientos que se han sucedido en el templo de Meistos el día anterior.”
Sanada la observo con detenimiento, vestía un robe de color rosado, blanco y azul, que resaltaba su atractiva figura. Solo a las aprendices de Otome se les permitía llevar un atuendo similar. Las Otomes eran conocidas por su estricto código moral y de honor por lo que Sanada decidió que podía confiar en ella, al menos, en parte.
Sanada le contó lo que sabia, o mejor dicho, lo que quería que aquella chica pensara que él sabía, y Erstin también le dijo lo que había logrado averiguar por su cuenta. Antes de que cualquiera de los dos lo notara, el sol se había puesto, y estaba oscureciendo, por lo que era tiempo de reunirse con Li, y pensar en su siguiente paso.
El joven monje se sorprendió profundamente al escuchar la historia de Sanada, y aunque no estaba muy de acuerdo con la idea, reconoció que la ayuda extra podría ser necesaria, y luego de obtener la autorización del Gran Maestro, los tres partieron al único lugar que no habían revisado aun, el puerto de Bah Shing Ze.
Ya en el puerto, debieron recorrer barias tabernas de marineros, y alguna que otra de piratas, para obtener alguna pista. Dos personas buscando un barco habían estado recientemente en el puerto, aunque nadie sabía que había sido de ellos desde entonces.
Uno a uno, revisaron barcos, algunos por las buenas, otros no tanto, hasta acortar el numero de posibilidades a solo tres. Durante toda la noche, el aire se había enrarecido, y todo culmino con el inicio de una tormenta, probablemente traída por el mismo rey del inframundo.
-“Disculpe buen hombre, estamos buscando a un par de ladrones, y creemos que pueden haberse infiltrado en su barco, ¿podría dejarnos echar un vistazo?”- De esa manera, Li pretendía entrar al barco, sin levantar las sospechas de los marineros, y teniendo en cuenta los resultados del pasado, mal no le había ido. Pero este era diferente. Erstin lo supo al instante. Quizás fue la manera de dudar del marinero al responder, o quizás fue la cimitarra que corto el aire justo a la altura donde estaba su cabeza, unos cuantos segundos antes, claro está.
Un segundo después, dos figuras encapuchadas se mostraron delante de los tres jóvenes, una poseía dos cimitarras, y la otra, una lanza de doble filo.
“Buenas noches, mis pequeños, ¿puedo preguntar a que vienen a este lugar?”- dijo una de las figuras, desenmascarándose. Se trataba de una mujer, de cabellos rojos, y ojos azules. Li y Sanada pensaron que era muy hermosa, tanto como Erstin, o aún más.
“Creo que saben muy bien el por que”- le respondió Sanada, con un tono irritado por la burla de aquella mujer.
“No tenemos tiempo para jugar con ellos Arial, debemos irnos de inmediato, el señor nos esta esperando”- intervino con una voz masculina la figura de las cimitarras.
“Si, tienes razón, vamonos” dijo Arial, aunque no parecía satisfecha con esa decisión.
“No irán a ningún lado! No antes que devuelvan el tomo de Meistos que han robado, por las buenas, o las malas. Ustedes deciden . . .”- dijo Li, quien ni con su arduo entrenamiento en el templo para mantener la paz mental, pudo evitar estallar de rabia.
“Que sea por las malas entonces, mis queridos niños. ¡Desplieguen las velas, y leven anclas! Oh, pero que malos modales tenemos Horen, no hemos tenido la oportunidad de presentarnos adecuadamente”- seguía Arial con su tono burlón. “Soy Arial Ironizth, y mi compañero es Horen Murshchen. Si tienen tantos deseos de recuperar el tomo del dragon oscuro, tendrán tiempo hasta que el barco zarpe para quitárnoslo, ¿podrán?”.
En unos cuantos segundos todo quedo claro, estos dos ángeles que habían robado el libro, planeaban huir en ese barco usando la tormenta como retirada.
Pero ese era un escape que Li, Sanada y Erstin no iban a hacerles nada fácil . . .

lunes, 21 de enero de 2008

Capitulo 1 -En la ciudad de las murallas-

Prologo
En todos mis años de recorrer el mundo en busca de aventuras, mitos, leyendas y folclores, nunca imagine que este día, seria el comienzo de la más grande de todas las historias jamás contadas. Esta es una historia sobre un grupo de jóvenes, destinados a la grandeza, y a formar parte de la que luego seria una nueva leyenda. Siento es mi deber como bardo e historiador, hacer saber a las nuevas generaciones lo acontecido aquí, pues es digno de que los sabios dragones lo mencionen, y los altos humanos compongan canciones sobre aquella cruzada. Una cruzada para salvar al mundo, o para hundirlo en las más oscuras tinieblas. Todo lo relatado aquí fue recopilado por mi mismo, de lo escuchado de cantineros, bardos, viajeros, monjes, bibliotecas, y también algunos de los propios protagonistas.

Sir Eliot Duncan De Weistfalen.


El diario del viajero -Bah Shing Ze, 4 de septiembre del 923 P.G. -

Era una mañana fría de invierno, el 4 de septiembre del año 923 P.G. para ser mas exactos. El sol se levantaba por sobre los gigantescos muros de la imponente Bah Shing Ze, la ciudad de las murallas. No era muy diferente a cualquiera de las otras mañanas en el templo principal de Meistos, el dragón de la oscuridad; o al menos esa fue la primera impresión de Li Sun Shin.
Li, era un joven monje en este templo, pero también era un ángel. De aproximadamente 1.74m, y unos 30 años, era uno de los monjes más talentosos y sabios del templo.
Acompañado de alguno de sus compañeros, Li comenzó su rutina matinal, después de saludar apropiadamente a su Si-Fu (maestra y mentora, según luego me enteraría) Shenay. Después del almuerzo, fue llamado con urgencia por el Gran Maestro de aquel templo. Durante toda la tarde Li se había percatado de algunos movimientos agitados entre los monjes de más alto rango, y a más de uno se lo veía pasar con un rostro preocupado, pero conociendo su lugar, y teniendo un gran respeto por sus superiores, no se atrevió a interrumpirlos con preguntas.
Al llegar al salón central del templo, lugar de descanso del Gran Maestro, al cual él rara vez había ingresado antes, pues el lugar era privativo de éste, se llevo una gran sorpresa al encontrarse dentro del lugar con un joven shuan, de aspecto algo tosco, y de una mirada fría y sin expresión, que no permitía leer su pensamiento.
Vestido con las túnicas características de los ángeles, un angel tear de color negro en su oreja izquierda, y armado con un arco de fina manufactura, y un carcaj en su espalda, Li no dudo un segundo en asumir que se trataba de un ángel, pero no uno como él, alguien que se ponía al servicio de los demás por el placer de ayudar al prójimo, este joven era sin dudas un mercenario.
¿Qué podía estar haciendo alguien así en el templo de Meistos, más aún, en el salón central, junto al Gran Maestro?

-“Bienvenido, joven Shin. Imagino que debe estar muy intrigado por esta llamada tan repentina, y mas aun por la presencia del joven a mi lado”- dijo el Gran Maestro. Ante la cara de asombro de Li, el joven Shuanés se presento como Yukimura Sanada, del clan del tigre del oeste. Con toda la cortesía de la que pudiera hacer gala, y tratando de ocultar su disgusto por la presencia de esa clase de hombre en un lugar sagrado, Li hizo una reverencia, y luego su presentación acorde.
-“Bien, ya hechas las introducciones, desearía que pasáramos a lo importante, si no les molesta. Lo he llamado joven Shin, ya que deseo encargarle una misión especial. Ayer por la noche, fue robado un objeto de gran valor, tanto histórico, como mágico. . . ayer por la noche, fue robado, el Tomo de Meistos”-
La cara pálida de Li demostraba la gravedad de lo ocurrido, a pesar de que Yukimura parecía no entenderlo de la misma forma.
-“Su misión, y la de este joven, será recobrarlo”-.
-“Comprendo, Gran Maestro, así se hará”-. Contesto Li, con un semblante lleno de confianza, pero a la vez preocupación.
-“Joven Shin, tu eres el elegido por Meistos en este mundo, su vocero y representante. Recuerda eso en todo momento, pues será tu guía en el largo viaje que te aguarda”- termino el Gran Maestro.
Li asintió con la cabeza, y luego de una breve charla con su nuevo compañero, partieron hacia el centro de la ciudad.

Mientras tanto, en otro punto de la ciudad, una joven recordaba el motivo de su visita a esta ciudad humana . . .